El silencio y el miedo ya tienen
nombre: Complicidad Cobarde
Samaria Márquez Jaramillo
El infierno estaba lleno, o casi. Pero aún había una fila de personas esperando
ser absueltos. Salió el demonio y dijo:
- Queda un solo sitio. Para ocuparlo escogeré
al peor de vosotros
El diablo, con sus ojos hizo una vuelta de 180
grados. Los del limbo, de en
rededor, esquivaron su mirada, menos uno
que la sostuvo y aseguró:
- Te
equivocas. Apártate de mí, Satanás que conmigo no contarás. Soy neutral. Si las cosas para que existan
deben ser nombradas, yo no pronuncio ni
un pio. Ni una palabra digo, ni
algo hago. Debe haber un error don sata,
no pertenezco a esta fila.
- ¿Cómo que nada de algo?
- Sí, nada.
La verdad es que he sabido y comprobado muchas atrocidades en contra del
patrimonio público , la vida y honra
humana, el desastre de la cultura y
otras cosas peores: Niños violados, jóvenes abusados por enfermos sexuales. Pero callo para ver si por falta de inercia
se terminan y porque creo que el que es de Dios en Dios permanece -respondió el
hombre, ya asustado-.
El demonio volvió a preguntar:
- Pero, ¿de verdad viste todo lo que cuentas y
no hiciste algo?
-Sí, callé, cerré los ojos y oculté mis manos.
-No tengo duda: Deja el rol de Yonofuí, ven
para acá, el infierno y todos sus tormentos te esperan… Además recibirás la codena pública.
En psicología social se conoce con el nombre de
responsabilidad diluida o falta de reacción ciudadana a una situación que se
explica así: Cuanta más gente está presente o enterada de una situación de
caos, corrupción o daño público, menos son los que se muestran dispuestos a
ayudar a quienes están en riesgo, porque
se disuelve la incumbencia y se cree que
lo que hace la mayoría es lo correcto, situación que traducida a sentencia
maternal podría leerse como “mal conocido por muchos compromiso de ninguno”.
Pero esto no es nuevo. Para probarlo basta un recorrido por la Biblia: La
parábola del buen samaritano en el Evangelio de Lucas, capítulo 10, versículos
29: “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones.
Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta
que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y
siguió de largo (seguramente llevaba las alforjas llenas). Así, también, llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se
desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde
estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él…” Ejemplos iguales hay a
montones en la página web Listverse. Es decir que, si el mal aqueja a muchos,
la responsabilidad de erradicarla no es de uno solo. Pero, y ¿el pundonor?, esa palabrita que significa:
Sentimiento de dignidad personal, ¿por qué cayó en desuso?
Duele ver la indignidad con la que algunos acolitan
al gobernador del Quindío o comentan, en broma, del excalde Carlos Mario
Álvarez y sus excesos recaudadores con la pretensión de pagar los favores
recibidos del binomio Valencia&Valencia Cía. ilimitada o me oyen hablar de
la contratación Made in María Fernanda, en Corpocultura en el año 20l7-2018 y
ríen como si dilapidar el bien público no hiciera daño a todos. Muchos creen
que mientras el dinero no sea extraído de sus bolsillos, lo público no importa…
Y de la connivencia con la que aceptamos la corrupción rampante y endémica,
¿qué? Entonces, ¿Ora pro nobis? …