Ahora por decisión firmada los
funcionarios públicos del Quindío serán buenos y morales
Los encargados de apoyar la administración departamental no pueden, para
ser moralmente buenos, que comprometerse con su firma en un pergamino gigantesco,
en tamaño e ingenuidad así como de espaldas a la filosofía moral.
En el artículo 4º del Catecismo del Vaticano
www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s1c1a4_sp.html
refiriéndose a que
la libertad hace del hombre un sujeto moral se dice: ... La intención es un
movimiento de la voluntad hacia un fin; y puede corromper la acción, aunque su
objeto sea de suyo bueno (como orar y ayunar para ser visto por los hombres).
... La libertad hace del hombre un sujeto
moral. Cuando actúa de manera deliberada, el hombre es, por así decirlo, el
padre de sus actos. Los actos humanos libremente realizados tras un juicio de
conciencia, son calificables moralmente
buenos.” Y la filosofía dice que se es moralmente bueno cuando se hacen
actos morales, en libertad, no coaccionado porque el moral por obligación es
esclavo y no por hacer en obediencia actos buenos es moralmente bueno.
La pantomima del compromiso de ser moralmente buenos, que
tuvieron que firmar los funcionarios de la
gobernación, acción que se elevó a
boletín, aparenta ser como los actos de clausura de la escuelita de doña Rita:
Pueril e infantil. Los vestigios de cura del exclérigo del corregimiento de La
Virginia, le deben pregonar, en su interior, que “No podemos decir que el agua
es buena cuando nos quita la sed y mala cuando inunda, sino que nos beneficia o
nos perjudica; el agua no puede actuar de un modo diferente al modo en que lo
hace en cada caso concreto así que no es mala ni buena.
La imposibilidad de elegir modos de actuación diferentes hace
imposible calificar a los objetos desde el punto de vista moral. Sin embargo,
sabemos que los seres humanos somos capaces de actuar de muchas formas ante
cada situación y que, por eso, nuestros actos son calificables moralmente. Para
que un acto humano pueda ser calificado como bueno moralmente es necesario
tener conocimiento de los elementos que integran a este: objeto, intención y
circunstancias; así para que un acto sea moralmente bueno es necesario que su
objeto, intención y circunstancias lo sean también buenos y que quien lo
ejecuta sea LIBRE PARA HACERLO O DEJAR DE HACERLO.
Entonces da risa los
pactos firmados y publicados que obligan a funcionarios de la gobernación
a ser moralmente buenos y lo peor es que
ese pacto obra a espaldas de la doctrina filosófica que habla del bien y del
mal y que, con seguridad, sabe de memoria el gobernador del Quindío.
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