domingo, 3 de febrero de 2019

Bienvenida la subversión
Samaria Márquez Jaramillo




Para empezar: No se  debe tener miedo a la palabra subversión. Su primer significado es, en la tabla de valores humanos,  cambio ocasionado por el querer popular.
Luego, los soberanos del poder, ya fueran reyes, príncipes, emperadores, sultanes y otros dueños de vidas y haciendas, llámense Maduro  o Idi Amín , la demonizaron, la convirtieron en  sinónima de sedición –no lo es-  y la hicieron valer como representación de “movimiento revolucionario, culpable de  la destrucción de la estabilidad política o social de un país”. ¡Las palabras sirven para alabar, para condenar, para destruir o para engendrar! Olvidándose que son los útiles de Dios porque él, por ser Dios, con pensar en algo lo materializa. Sin embargo, su primera acción en la Creación la  ordenó con palabras: “Hágase la luz”…
Friederich Nietzsche, en su obra La genealogía de la moral  afirmó que “ de la misma manera como  el pueblo separa el rayo de su resplandor y concibe al fulgor como un hacer, como la acción de un sujeto que se llama rayo, así las acciones  del pueblo se separan, también, de  la potencia de las ostentaciones de la moral gubernamental, mostrando que detrás del conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad, existe un fundamento diferente, virtuoso del libre albedrío, que es dueño de exteriorizar y, también, de no exteriorizar otra fortaleza ética”.

No todo “subversivo” es socialista, puesto que el concepto no reseña cuáles relaciones reemplazarán a las “subvertidas”. El término se asocia, casi siempre de manera simplista, con ideologías provenientes de la izquierda política. El uso ideológico de éste término, con una fuerte carga negativa, se acrecentó  en los inicios del siglo XX.
 El libro Nunca Más, llamado el informe Sábato porque fue este escritor quien lo entregó, establece que la lucha contra los «subversivos», con la tendencia que tiene toda caza de brujas o de endemoniados, es un delirio semántico transformado en represión, usado por los defensores del statu quo para designar al “enemigo que debía aniquilarse”. En este contexto, las Fuerzas Armadas en Latinoamérica, se auto asignaron la tarea de “defensa” de la Nación frente al peligro de la “subversión”, y es cuando un término equivocadamente utilizado se convierte en política de Estado.

Porque todo nos llega tarde a los provincianos –empleo el término de manera peyorativa como voz que habla de “persona carente de amplitud de ideas o puntos de vista, por falta de información y/o conocimiento”- yo, posestructuralista , considero  que el lenguaje tiene una función clave en el desarrollo de la actividad humana y en sus funciones, pero apenas ahora leo y releo La Subversión en Colombia: El cambio social en la historia, publicado originalmente en inglés en New York en el año de 1968 y del que está circulando la 5º edición, de Orlando Fals Borda, quien intercede por la abolición del pensamiento  light y cómodo que nos hace expresar “no me importa quien gobierne, pues de igual manera tengo que defenderme solo”, porque por eso estamos como estamos: Asolados  por la violencia y los problemas propios de una sociedad y un Estado decrépitos incapaces de superar políticamente las contradicciones y problemas sociales, y cuya primordial  acción gubernamental es la corrupción.

 Es por lo anterior que invito a asumir la palabra subversión en forma contraria a como lo hacen los reaccionarios que la usan  para referirse, e incriminar,  a todas aquellas acciones de personas que de manera abierta y sin tapujos, expresan ideas contrarias. También exhorto a obrar como elementos de subversión, conociendo que la etimología de esa palabra, casi proscrita, se analiza  así: " Sub" "versivo", una versión diferente, una óptica distinta a la implantada por los  administradores de la sociedad, zurdos, porque con la derecha están encadenados a la perversión

Confieso: Soy subversiva. Aprendí que la subversión social comienza para cada quien cuando  declara que está en condiciones  de hacer aquello de lo que no se le consideraba  capaz. Yo puedo, tu puedes, ellos pueden y nosotros podemos más.

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