Y las campañas políticas que llegan
Samaria Márquez Jaramillo
La determinación electoral no es cuestión de afición política. Es cosa estomacal y mediática, influenciada por procesos de comunicación. El discurso mediático hace la realidad social porque centra la atención sobre los hechos convenientes para conseguir el favor público. Es, entonces, cuando los medios de información son decisivos para difundir la noticia, transformándola o manteniéndola. Tristemente los medios monopólicos están dedicados a conseguir beneficios políticos antes que méritos informativos. El conglomerado ciudadano le otorga legitimidad a los medios porque la creencia que se deposita en ellos es cada vez más grande. Ocurre lo anterior porque el pueblo oye más la voz de la esperanza que la de la experiencia.
Ya cayó en el olvido el sistema usado en las elecciones pasadas cuando el tema central periodístico fue la inseguridad, manipulación que llevaba, inmediatamente, a la seguridad social. Y fue desde el miedo como votamos los colombianos, olvidándonos de la corrupción gubernamental , la malversación de fondos, los carruseles de la contratación , la salud pública deteriorada y esquilmada y, sobre todo, sin tener en cuenta que la pobreza, es casi sinónima de inseguridad porque la inseguridad aumenta en proporción directa con la pobreza, no porque el pobre nazca delincuente sino que se hace como consecuencia de estar marginado de las oportunidades y tener restringidas sus opciones .
Se puede concluir que estar en contra de los monopolios periodísticos es estar a favor de aumentar la cantidad de interpretaciones sociales y políticas de la realidad. Al promover la pluralidad de los medios, los modelos de la realidad van a ser diferentes a partir de la diversidad de información que se reciba.
Asistimos al Gran Teatro del Absurdo, donde las amas de casa, sin siquiera un curso de administración en el SENA se convierten en mandatarias, los errores administrativos son persecución política y el interés político puede más que la responsabilidad patriótica. Los politiqueros de oficio han perdido el sentido común.
Mis opiniones no buscan convocar favorabilidad: La manguala es un acto politiquero. Se puede concluir que estar en contra de los monopolios periodísticos es estar a favor de aumentar la cantidad de interpretaciones sociales y políticas de la realidad. Al promover la pluralidad de los medios, los modelos de la realidad van a ser diferentes a partir de la diversidad de información que se reciba.
Asistimos al Gran Teatro del Absurdo, donde las amas de casa, sin siquiera un curso de administración en el SENA se convierten en mandatarias, los errores administrativos son persecución política y el interés político puede más que la responsabilidad patriótica. Los politiqueros de oficio han perdido el sentido común.
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