jueves, 28 de julio de 2016

El arte tiene futuro de aborto
Samaria Márquez Jaramillo

Dijo María Elena Walsh: “Tantas veces me mataron, en tantos trances me morí; tantos lances me silenciaron, tantos ciclos  callé, tantas  me negaron, tantas desaparecí… Sin embargo, cuantas fechas lo intentaron, iguales veces  resucité, en mis palabras. Ellas dirán de mí: Cuando yo esté total y definitivamente ¡muda!, contarán que viví en coherencia  con lo que sueño pienso  y elegí”.
Resulta claro: Una atmósfera pacata e ignorante,   un criterio estrecho y un uso politiquero del tema -porque esas son  las modalidades operativas creadas por la clase política  dirigente quindiana, supuestamente la máxima defensora del pensamiento intelectual y artístico-  hacen del parto del arte un gemir y crujir de dientes, ¡en vano! El arte es un pretexto del debate político. Cuando sea una voluntad política, empezará a solucionarse el vacío artístico que la falta de equitativas oportunidades hace  padecer a  los cultores.
El proceso artístico está diciendo, repitiendo y hasta apostrofando que se debe abandonar las miradas sobre  el producto final, el espectáculo del arte, y se tiene que  enfocar el trabajo hacia los procesos creativos. Sin embargo,  las convocatorias de proyectos de concertación son evaluadas bajo unos parámetros que favorecen  el espectáculo, la muestra de lo ya hecho, la presencia física del arte: El escenario, los  micrófonos, las exposiciones y, entonces, ¿qué arte habrá mañana? Dónde los semilleros, las escuelas, los talleres, los conversatorios, los textos teóricos, los maestros.

 La formación artística debe dejar de ser un tema de debates políticos y convertirse en una política pública de implementación inmediata. La naturaleza es sabia. El campesino sabe, ancestral y genéticamente, que los sembrados hay que renovarlos constantemente porque de lo contrario la próxima cosecha será la última. No critico el arte utilitario, me decido por un arte con mentalidad de sembrador. Los recolectores de cosechas piensan solo en ellos, son inmediatistas y utilitarios. Pan para hoy, y para ellos mismos, y hambre para mañana, y para los otros.
Conducidos por un guía experimentado un grupo de turistas visitaron en El Líbano el llamado Bosque de Dios. Uno de ellos preguntó, señalando un cedro pequeño, de unos 30 metros:
_ Este árbol ¿cuántos años tiene  y cuánto tiempo se requiere para que alcance su desarrollo pleno?
_ Tiene, contestó el guía, 30 años y estará en su plenitud dentro de un siglo y medio.
-          Entonces, ¿para qué plantar estos cedros si, por su naturaleza, no darán frutos a su sembrador?
El guía contestó:
-          Si nuestros antepasados hubiesen pensado así, ustedes no estarían contemplado este bosque y yo no tuviera trabajo…

Sembremos ahora. No privemos a nuestra posteridad del privilegio de disfrutar de lo que la cultura quindiana tendrá para ellos.
El arte como proceso: es una experiencia encadenada a otros hechos, para formar un ideal que articulará el pensamiento con las formas visibles, tangibles o audibles, las palabras y la repetición de las imágenes.
El arte como productoEs el resultado del proceso creador y depende de este para sobrevivir.
Rindo homenaje a  Gustavo Muñoz Matiz, a quien escuché, lejos de las fronteras patrias, en un  conversatorio decir: “En un contexto social, donde clandestina es una mariposa y subversivo es un picaflor, cuando surge un artista con una crítica verdadera, uno que quiere sacudirse de tanta suciedad, un artista que pretende volver sus ojos, cargados de críticas, hacia  la sociedad corrompida, entonces siente cómo todo el peso del sistema está dado para colgársele e impedir que se levante. El establecimiento  está hecho para negarle el espacio a esa nueva expresión que se rebela y se atreve a destapar el olor podrido de los intereses creados, el yo con yo, el interés personal sobre el general, la desvergüenza frente a los conflictos de intereses. Ocurre, entonces, que los periódicos no le publican,  los críticos lo silencian, después de declararlo antisocial o falsificador de realidades. Artista honrado es  aquél que , con su obra , llama a la liberación de los oprimidos, jalona a los indecisos, promociona a los revolucionarios, levanta a los arrodillados, anima a los desesperanzados, invita a los sumisos, denuncia dónde se encuentra el pecado del aprovechamiento propio y  desenmascara al corrupto”.



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