Artistas:
Aléjense del clientelismo
Samaria Márquez Jaramillo
El artista con su
presencia y obra es el primer promotor, defensor o pilar del sistema, mientras
que el establishment lo utiliza en sus fines políticos, demagógicos o de
intereses creados. Nunca los artistas
han estado tan ensalzados en su virtual genialidad y tan desprotegidos ante la
oligarquía del mercado y de la crítica". (Iuri Lech).
Pienso que quien practique, con talento, una disciplina del arte, debe arriesgar la
vida por su vocación, dar rienda suelta a su saber y alejarse de caminos
económicos seguros para dedicarse de lleno al misterio de la creación y, si
logra el cómo, los cantos de sirena del
mundo político no le deben importar. El verdadero artista, para ser consecuente
con su obra, debe vivir en su mundo, no en el clientelismo y habitar en su
laberinto de ideales y sueños.
EL arte tiene una historia repetida, bajo diferentes formas, año
por año, en todas las épocas. Desde la antigua Roma, el Renacimiento o el
Romanticismo los cultores de la arquitectura, la danza, la escultura, la
música, la pintura, la poesía, la narrativa, cinematografía, fotografía, historieta,
artes plásticas, artes visuales, deben tener presente que el poder, político y
económico, usa al arte en propio beneficio y su aparente mecenazgo es la manera
de controlarlo para poder usarlo en su propio beneficio o en el ejercicio del clientelismo.
Y ocurre,
de igual manera, que los artistas cuando estorban a los propósitos de los
mandatarios, son eliminados, ya sea quitándoles la vida o condenándolos al olvido,
las privaciones o las calumnias. Desde el arte primitivo hasta el contemporáneo,
pasando por el Renacimiento o el Romanticismo, los atentados a los artistas fueron,
y son, perpetrados bajo formas verdaderamente sorprendentes.
Aprovecho que dentro de 3 días, el 5 de junio (según el
calendario Gregoriano), se cumplen 217 años del nacimiento de Pushkin, para
hablar de su
Las relaciones entre el poder y el arte no han cambiado
sustancialmente: Si no producimos loas, los artistas somos condenados a
suplicios. En un considerable porcentaje, la relación entre los artistas y el
poder ha sido de desprecio mutuo a la vez que de hipócrita aceptación. En cada
época los intereses recíprocos han ido variando y muchos artistas (los
clientelistas) crearon encargos bien pagados por los poderosos, que buscaban
expresar quiénes eran y qué pretendían y que sabían que su voz no era
suficiente porque carecía de melodía.
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