viernes, 3 de junio de 2016

Artistas: Aléjense del clientelismo
Samaria Márquez Jaramillo
El artista con su presencia y obra es el primer promotor, defensor o pilar del sistema, mientras que el establishment lo utiliza en sus fines políticos, demagógicos o de intereses creados.  Nunca los artistas han estado tan ensalzados en su virtual genialidad y tan desprotegidos ante la oligarquía del mercado y de la crítica". (Iuri Lech).

Pienso que quien practique, con talento,  una disciplina del arte, debe arriesgar la vida por su vocación, dar rienda suelta a su saber y alejarse de caminos económicos seguros para dedicarse de lleno al misterio de la creación y, si logra el cómo, los cantos de sirena  del mundo político no le deben importar. El verdadero artista, para ser consecuente con su obra, debe vivir en su mundo, no en el clientelismo y habitar en su laberinto de ideales y sueños.

EL arte tiene una historia repetida, bajo diferentes formas, año por año, en todas las épocas. Desde la antigua Roma, el Renacimiento o el Romanticismo los cultores de la arquitectura, la danza, la escultura, la música, la pintura, la poesía, la narrativa, cinematografía, fotografía, historieta, artes plásticas, artes visuales, deben tener presente que el poder, político y económico, usa al arte en propio beneficio y su aparente mecenazgo es la manera de controlarlo para poder usarlo en su propio beneficio  o en el ejercicio del clientelismo.

 Y ocurre, de igual manera, que los artistas cuando estorban a los propósitos de los mandatarios, son eliminados, ya sea quitándoles la vida o condenándolos al olvido, las privaciones o las calumnias. Desde el arte primitivo hasta el contemporáneo, pasando por el Renacimiento o el Romanticismo, los atentados a los artistas fueron, y son, perpetrados bajo formas verdaderamente sorprendentes.

Aprovecho que dentro de 3 días, el 5 de junio (según el calendario Gregoriano), se cumplen 217 años del nacimiento de Pushkin, para hablar de su

muerte: El poeta, dramaturgo y novelista, fundador de la literatura rusa se constituyó en  trovador de las libertades individuales y cívicas y el zar Nicolás I, patrocinó un ardid para quitarle la vida: hace unos pocos años se supo que la muerte de Pushkin no fue un accidente, sino un asesinato premeditado. Los agentes del zar fraguaron los anónimos sobre los supuestos adulterios de Natalia Conchabara, esposa del poeta. Por esos anónimos,  Pushkin se vio obligado a batirse con el barón francés D’Anthés Haeckeren. Este era un tirador profesional, expresamente contratado. El duelo violó todas las reglas. Ningún médico estuvo presente y D’Anthés Haeckeren tiró a matar. Gravemente herido, Pushkin fue llevado a su casa en trineo, perdiendo durante el viaje dos litros de sangre. El doctor Arendt, cirujano personal de Nicolás I, tardó en llegar, impidió que otros colegas asistieran al herido y, durante las 46 horas que Pushkin sobrevivió, se limitó a darle calmantes en vez de extraerle la bala.

Las relaciones entre el poder y el arte no han cambiado sustancialmente: Si no producimos loas, los artistas somos condenados a suplicios. En un considerable porcentaje, la relación entre los artistas y el poder ha sido de desprecio mutuo a la vez que de hipócrita aceptación. En cada época los intereses recíprocos han ido variando y muchos artistas (los clientelistas) crearon encargos bien pagados por los poderosos, que buscaban expresar quiénes eran y qué pretendían y que sabían que su voz no era suficiente porque carecía de melodía.

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