Abordar ahora el tren de la renovación social o irse, después, en el bus que va en reversa hacia el corral...
Todo predicamento en su momento
Samaria Márquez Jaramillo
Uno cree que la memoria es selectiva y por
ello extensos e intensos lapsos se nos borran e insisten en estar de acuerdo con aquello de “olvidar y olvidar es
la gran solución”, hasta que una llamada, un nombre, unas preguntas comprueban
que el recuerdo es como las emisoras radiales: están en silencio hasta que son
sintonizadas. Pues bien, el miércoles 13 de este mes, marzo de 2019, estaba yo
en la antigua Estación del Ferrocarril, en el salón de reuniones, haciendo quórum en el Consejo municipal de
cultura, cuando en una llamada por el celular, una voz femenina y un nombre
inesperado hicieron erupción en mis reminiscencias:
—
Samaria,
te habla María Valencia Gaitán. Soy la nieta de Jorge Eliécer Gaitán…
—
¡Hola!
Recuerdo a tu mamá, Gloria, y también, vista en recortes de prensa de mi mamá,
a tu abuela Amparo.
—
Leí
un artículo tuyo, publicado en la Crónica del Quindío, hace como 4 años, donde
hablas de Felipe Lleras Camargo y de mi abuelo, Jorge Eliécer Gaitán. Te llamo
para que me amplíes, si lo decides, esos conceptos que entonces enunciaste.
Lo emocional siempre me sacude. Sentí como si
algo desde mi interior me moviera como rama al viento (si, ya sé que la
anterior es una frase gastada pero es la más gráfica que ahora encuentro). ¿Felipe?
¿El Pueblo? ¿35 años guardados en una alcancía imaginada?
—
Hum…
estoy en un Consejo de cultura, te llamo cuando termine, pero en este momento
me cuesta poner en orden mis pensamientos ¡Son tantos los recuerdos! En alguna
parte tengo un fajo de hojas manuscritas donde, derrotando al olvido, pergeñé
las mil y una historia que Felipe Lleras Camargo me compartió.
—
¿Te
habló de mi abuelo? ¿Por qué en Cali estaba Felipe Lleras Camargo? ¿Sabes algo
de cómo empezó la violencia en Colombia? ¿De la CIA? Llámame, por favor, o dime a qué
horas te llamo.
Así nació lo que llamé todo predicamento en su momento y que
por una semana me hizo vivir en 198?, creo era 1983, sostener con María unas
catarsis tan dolorosas y sangrante como parto de puerco espín y procesar lo que
la madurez, que da el ejercicio de la vida, me hizo comprender en el 2019, más
o menos tres docenas de años más tarde. Pero ¿si tuviera cómo hacerlo qué podría decirle a esa época ?
El extenso preámbulo se
justifica cuando cuente la intencionalidad de él: En el auditorio Euclides
Jaramillo Arango de la Universidad del Quindío, participando del Foro del
empleo organizado por Quindío Unido, el 22 de marzo-19, luchando por echar
hacia atrás el ataque memorístico , ese método anticuado que me sirvió para
aprender las hoy inútiles tablas de multiplicar, para lograr concentrarme y escuchar lo tan determinante
que se decía desde el escenario: Para empezar, va una crítica: EL
desconocimiento de la carta hace que el comensal pierda los mejores bocados: Lo
oído debió ser conocido por muchas más personas, que nunca sabrán de lo que se
perdieron:
*La sensibilidad y
serenidad de Rafa Villa, moderando una conversación sobre lo oportuno y productivo
que es conocer la realidad quindiana del siglo XXI: «Tenemos encima un nuevo
periodo, una nueva época de cambio y de transformación pero pocas personas se dan cuenta de ello. Las cosas y
el mundo se pueden mejorar, se pueden innovar y cambiar, pero la base del
cambio la tenemos que hacer sobre nosotros mismos. Podemos construir un mundo
mejor; eso sí, no nos va salir gratis…la exclusión de los jóvenes del ámbito
laboral es la brecha que los separa de lo que son las esferas actuales de la
vida”.
*El raciocinio de Sebastián
Zapata -quien no es el futuro del Quindío, sino una real y tangible solución de
renovación de esta ciudad- y que explicó, con detalles, cómo son o deben ser en
la práctica, las soluciones pertinentes para que una sociedad viva de acuerdo
con su momento, siglo XXI, teniendo en cuenta los desafíos de los diferentes
contextos sociales que requieren un pacto social, grande, sincero, honrado y
sostenible en el tiempo.
*La sensibilidad emocional
de Guadalupe Salazar Londoño -Talento extremo- quien nos convenció de que hay
un método para que las empresas, instituciones y personas puedan ser más
competentes y competitivas, innovadoras, felices, ágiles, funcionales y
alternativas, sacando de muy abajo de los preconceptos, prevenciones y
prejuicios , las habilidades interpersonales.
Y como lujoso cierre
–“broche de oro” diría mi abuela-:
* Juan David Aristizabal hizo una anatomía
de la realidad actual: Habló de espacio social, campo de poder, aseguró que
todo lo que nos rodea es nuevo, aún los árboles milenarios enraizados en tierra
renovada, por lo tanto es necesario reconstruir los conceptos, las tendencias
políticas, porque así mismo cambió el interés público y se problematizó y
delincuenció el ejercicio del poder , circunstancia que nos hizo aceptar que
ese “¿para dónde vamos?” hay que decidirlo en forma colectiva cohesionando personas
disimiles que aporten múltiples imaginarios sociales.