Este pueblo de mierda
Era
la Navidad de 1955.Hacía frío en París .En el Bar La Chope, del Barrio Latino,
protegido por un abrigo de lana gruesa, color marrón, estaba Gabriel García
Márquez, demasiado delgado, con un rostro en el que cabían únicamente sus ojos.
Hablaba de Literatura y de periodismo, cuando llegó Plinio Apuleyo Mendoza.
Gabo no lo conocía. Había visto una vez al padre de Plinio. Fue en ese momento,
en la helada noche navideña cuando se
encontraron, por primera vez, los que serían los mejores amigos. Gabo ya había
publicado La Hojarasca y estaba enredado en un tema muy amplio del que luego
resultaron dos novelas. Una de ellas El Coronel no tiene quien le escriba.
Con
el resto de incidencias, personajes y hechos que quedó después de finalizada la
novela del coronel, García Márquez creó su tercera obra. Una novela de política
y resentimiento, radicada en un pueblo ribereño y radicalizada en la violencia.
¡Era el tema de moda!
El
pueblo se llama Sucre y forma parte del departamento del mismo nombre. Allí, en
la vida real, vivía desde siempre la familia Barcha Pardo y de allí, un pueblo
bien diferente a Macondo, había sido
habitante Gabo. Sucre fue el escenario de El Coronel no tiene quien le escriba
y de Crónica de una muerte anunciada.
En
marzo de 1956 los pasos sin rumbo y el
estómago vacío, llevaron a Gabo a pasear por el Louvre y el azar, experto en
dados cargados, lo cruzó con Tachia, nacida en el País Vasco , esa noche tenía
27años de edad , era actriz de profesión
y estaba a menos de dos horas de un recital de poesía. A Gabo no le gusta la
poesía. Muy pronto la relación con Tachia se volvió íntima.
García
Márquez siempre dijo que todo el mundo tiene tres vidas: La pública, la privada
y la secreta. Por esa apreciación Tachia
no es muy nombrada y, además, esa
historia corresponde a la época más pobre de su vida. Tanto que tuvo que vender
el tiquete de regreso a Colombia. Luego recogió botellas y periódicos para
negociarlos con los buhoneros. Entonces
empezó a cantar en los buses en París. Él, maravilloso narrador, contó
historias mágicas acompañándose con la
guitarra y La Patillalera, La honda herida y La casa en el aire, las tres de
Escalona, fueron escuchadas por sorprendidos pasajeros, encantados por la folclórica
escena. No entendían ni un carajo pero el acento y el ritmo de los vallenatos
los conquistaban. No en vano son considerados narraciones musicalizadas.
Y
seguía la vida en común con Tachia y aumentaban el amor y las hojas escritas. En mayo de 1956 Tachia
sabe que está embarazada. Luego habría de decir:”Me hice un aborto. La decisión
fue sólo mía”. Esa relación terminó en diciembre de 1956. Regresó Tachia a
España y Gabo seguía dedicado a su
novela, que se publicaría en 1962.
Volvamos
a 1957.Gabo iba de mal a peor, económicamente. Permanecía escondido en el
cuarto para no dar oportunidad de que le cobraran las mensualidades vencidas.
En aquel momento consiguió un empleo: Cantante en un club nocturno. Cantaba,
además de vallenatos, rancheras. Durante
el día retomaba la escritura. Cuando consideró que estaba lista, pues las novelas no se terminan de escribir sino
que el autor las abandona, tenía su horizonte cerrado. Ató con una corbata las
hojas escritas y se fue a México. Pasaron tres años. Convocaron al Premio Esso
Colombia. Un amigo viajaba para Bogotá y
trajo la novela. El 16 de abril de1962
la declararon ganadora. Presidía el jurado el padre Félix Restrepo,
quien se negó a firmar el acta sino le
retiraban a la obra dos palabras: Masturbación y preservativos. También tenían que cambiarle el
nombre. El amigo llamó a Gabo .Éste, urgido del dinero del premio, dijo:”Hagan
lo que quieran”. El preservativo quedó, la masturbación, no. El nuevo nombre
fue el resultado de una coincidencia: La línea final de la última página
dice:”A este pueblo le llegó la mala hora. L a mala Hora es la tercera novela
de Gabriel García Márquez .Antes y durante el lapso de su escritura se
llamó Este Pueblo de Mierda. Así siguió
llamándola Gabo.
Transcurre septiembre, hoy
es domingo 30, del 2012. No importa que Gabo no tenga memoria. Lo que
cuenta es que su forma de hacer Literatura no sea olvidada y que, con sus ojos
sin brillo de recuerdos, camine de la mano de Mercedes Barcha, su esposa, ella
sabe que Gabo está sólo de cuerpo presente
y estará quién sabe hasta cuándo, tal vez por años, pues “el
amor y el arte son los únicos que vencen a la muerte”.
Publicado 2012-09-30 , La Crónica Del Quindío
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