miércoles, 17 de octubre de 2012

MUERTE EN EMBAJADA CONVOCA PAZ Y DEMOCRACIA LAICAS



Once años después de ese nefasto día once, hace  tres días,  como consecuencia del ataque de exaltados  musulmanes, el mundo se conmovió con la muerte, en  la embajada de Estados Unidos en Libia,  de   Christopher Stevens y tres ayudantes norteamericanos. Los fanáticos mahometanos   protestaban por una película que, según sus creencias, ofende a Mahoma.
Mohammed, profeta de los musulmanes, es el título del film, que tiene 120 minutos de duración y muestra como  las fuerzas de seguridad egipcias no reaccionan ante la quema de hogares de cristianos egipcios por parte de musulmanes. Y luego, en primerísimo plano, juega con caricaturas del profeta Mahoma, representado    como  un niño de padres inciertos, un bufón, un mujeriego, un homosexual, un abusador de menores y un ladrón codicioso y sediento de sangre.
Lo que crea suspicacia es que de esa película existe en YouTube un tráiler desde  julio, sin convocar reacciones  y ahora, coincidiendo con el 11 de septiembre, se cometa otra violencia contra el país que sufriera  el atentado  a las Torres Gemelas, por la misma fecha
Egipto tiene un sitio web de noticias denominado  Al-Wafd.  En la noticia, la culpa de la muerte del embajador estadounidense se atribuye  a los productores de la película: “Los coptos expatriados Morris Sadiq y Zulqmah Issmat, con el apoyo del cura estadounidense Terry Jones”. Para el musulmán copto es todo aquel seguidor de Jesucristo, sea católico o cristiano.
Los gobernantes del mundo ya se pronunciaron. Un comunicado del santo papa, enunciado por el Padre Lombardi, portavoz de la Santa Sede, se refiere a lo ocurrido y comienza diciendo: “El respeto profundo por las creencias, los textos, los grandes personajes y los símbolos de las diversas religiones es una premisa esencial de la convivencia pacífica entre los pueblos”.
““Que nadie se equivoque, se hará justicia”, declaró Obama, el presidente norteamericano , luego de confirmarse la muerte de los cuatro diplomáticos a manos de un grupo de extremistas islámicos, que  expresaban su ira por la película que, de paso hay que decirlo, es totalmente desconocida en Estados Unidos.
Los avances internacionales  de la noticia se refieren a que en el ataque al consulado durante la noche del martes, algunos testigos  observaron la presencia entre los asaltantes de hombres armados con morteros y granadas, que actuaban en forma de comando, lo que hace pensar a las autoridades norteamericanas que pudo tratarse de una operación planificada. Según versiones iníciales, el embajador, Christopher Stevens, fue perseguido por los atacantes hasta un lugar seguro del recinto diplomático, donde habría muerto asfixiado tras el lanzamiento de granadas de humo. Como reacción a la noticia los norteamericanos piensan,  y lo dicen reflejando toda la frustración de la   la sociedad estadounidense respecto a un episodio que choca con los esfuerzos de Obama por entenderse con los Gobiernos que surgen del levantamiento árabe: “¿Cómo pudo pasar esto en un país que ayudamos a liberar, en una ciudad que ayudamos a salvar de la destrucción?”.
En el norte de África y en  Asia meridional, en los desiertos y mesetas, en la imaginación, ignorancia y el miedo de los mahometanos, nacieron las divinidades  por las que ahora en los santos lugares se matan unos a otros mientras que en las lujosas oficinas de los emires se manipula el fanatismo. ¡Otra vez el Medio Oriente entregado a sus demonios!, dioses exigentes,  sangrientos y despiadados.
La noria del tiempo gira sobre su eje, no avanza, v ay vuelve. Ya no es  período de  postguerra mundial. Los viejos ingleses, nostálgicos de Tres Lanceros de Bengala o de las novelas de Kipling, con sus  recuerdos ya no están. Remontándonos un poco, tampoco y desde 1901, existe el terrible emir Abd ir Rahman, quien ponía orden a su manera: A los que delinquían  metía en una jaula  y los ponía al borde de los caminos para que murieran de hambre y frío; cortaba la mano derecha a los ladrones, clavaba de las orejas, en las paredes de madera, a los comerciantes deshonestos, hacía asar en sus propios hornos  a los panaderos que comerciaban con la harina y cortaba la lengua a quienes hablaban demasiado. Frente al resurgimiento de las pasiones arábigas vuelve a estar de moda el proverbio: “Para comer del  mismo plato con el diablo, se necesita una cuchara con muy largo cabo…”
Egipto, Siria, Líbano, Israel, Irán, Irak, recurren a un dios  que tienen varios nombres. Bajo cada uno de ellos, camuflan su sed de oro. Oro que puede ser de color negro o amarillo. Se fusila, las embajadas son atacadas y la sangre salpica la piedra negra que, en el principio de la Historia Sagrada, el ángel Gabriel entregara a Abraham.
Después de la noticia del asalto a la Embajada de Estados Unidos  en Libia hay que recordar la afirmación del escritor Albert Camus: “Lo que me interesa  es saber cómo conducirse cuando no se cree ni en Dios ni en la razón”.
Tal vez la solución sea recurrir a una democracia y Paz laicas.

publicado en La Crónica Del Quindío

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