viernes, 4 de enero de 2019


¿Qué haré con mi voto?
Samaria Márquez Jaramillo




Podría afirmar, sin temor a equivocarme, que en esta región llamada del Eje Cafetero,  y que algunos (me cuento en este grupo) le dicen “Quindío, corazón mío”, la corrupción existe mucho antes de que llegara a ser departamento, pero ocurre que como mal de muchos consuelo de tontos, acá se piensa que en la administración nacional son mayores las sumas birladas de los recursos públicos. Esas cantidades, escandalosas, ya no conmocionan a la opinión pública. Por ejemplo el Cartel de la Toga, Odebrecht, Salucopp,  Agro Ingreso Seguro, la Yidispolítica, el Proceso 8.000, Puertos de Colombia, parecen historias folclóricas inocuas. Consecuentemente el cáncer quindiano no asombra a quienes de una manera u otra lo padecemos. ¡A nadie importa la institucionalidad pervertida y la gobernabilidad extinguida!
 Nací, políticamente, bajo el trapito rojo o bandera del liberalismo. Eran unas épocas de violencia en La Tebaida y  era una familia por tradición liberal. Ahora, frente a la vergüenza  que afrenta a sus seguidores  y mancilla al  liberalismo ¿para dónde nos iremos los  que siempre  hemos depositado  el voto por obediencia?

La vida es un proceso de cambio. Sólo los ignorantes no modifican sus apreciaciones. Reconozco que la gloria liberal, en el Quindío, es historia vuelta pesadilla  y puede utilizarse en cuentos infantiles, con moraleja.  Duele reconocer que los que fueron baluartes liberales  políticos, en este departamento son ejemplos para no seguir. Agrupémonos bajo ideales más acordes con lo actual .  La organización, el actuar bien,  es el arma de los débiles contra el poder de los fuertes, pero en esta orfandad ideológica ¿qué voy a hacer  con mi voto?  Parodiando la canción: Desengaños no más yo no quiero. No pienso volver a creer. El ex clérigo me dejó escarmentada.
La volatilidad de los electores afecta igualmente a los  políticos y a sus grupos. Porque los  electores  reaccionamos con mea culpa , los elegidos se ven cada vez menos obligados a cumplir  compromisos ideológicos. Ese incumplimiento hace arrepentir al elector y crea ciudadanos que no tienen ni idea de lo que decidirán en las urnas.
¿Cómo será el próximo  paisaje electoral, después de la actual crisis política? Indudablemente se auto exterminaron los gamonales. Entonces, la crisis electoral  solo se superará cuando haya un mejor partido. Es la oportunidad y el momento para crearlo, implementar  su filosofía,  encajar su comportamiento en la realidad circunstancial. La experiencia enseña (lease Frente Nacional) que todavía peor que un sistema político con malas huestes es un sistema sin ellas.
Digo lo anterior  como una invitación a explorar las posibilidades: Las expectativas suscitadas por las redes sociales, la  próxima realización de elecciones municipales y departamentales y la urgente  renovación  de los movimientos sociales. Es el tiempo  de salir del  Estado obsoleto, quizá fascista,  e implementar  la República Democrática.
Las nuevas organizaciones políticas surgirán  porque  el impulso de inmediatez y horizontalidad de las redes sociales  tendrán unos resultados acordes con  las expectativas que suscitaron. Es cierto que la Red confiere  capacidad  de incluir a todos instantáneamente, pues aproxima aquello que se percibía lejano,  sin necesidad de mediación organizativa ni  alto costo de campaña, como le sucederá a  los grupos políticos tradicionales.
 Ojo, para tener en cuenta:  “Los grupos políticos  se dedican a recoger votos y los movimientos sociales a modificar las reglas  de ese acopio, exterminando  la mezcla fatal de fórmulas mágicas, propuestas populistas y lugares comunes”.

El electorado ya empezó a demostrar   aversión  hacia las connotaciones oligárquicas de los  preferidos por el llamado voto de opinión y  hay que  presentarle un nuevo “menú”, sin que  este sea como una pintura   donde    la vida democrática  aparece  apoltronada  unos escalones más arriba del esquema populista de un pueblo-víctima y opuesto a esta representación pictórica , mirando desde lejos aparece como fondo del cuadro  el vulgo institucional corrupto y desacreditado. Por supuesto que hay que bajarle al tono rosa de esa representación; otra  cosa son los ideales políticos, que  en su concepción ideológica deben  ser hijos del ahora. Es evidente que los  actuales imaginarios están muy lejos de cumplir satisfactoriamente tales expectativas:Tras la crisis partidista  estamos en la encrucijada, disyuntiva la llamo,  de  dibujar con mejores finalidades los  nuevos interesados en las mayorías electorales  o ingresar en un espacio indefinido cuyo perímetro  será ocupado por tecnócratas y/o  populistas,  que sería todavía peor…


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