domingo, 29 de mayo de 2016

SALUD HERNÁNDEZ , CARLOS CASTAÑO Y MI CONFESIÓN NO SON RESPUESTA A AUSENCIA DEL ESTADO

Mi Confesión cuenta  las memorias  de Carlos Castaño y el autor es Mauricio Aranguren, publicadas en el 2001. El prólogo lo escribió Salud Hernández.


En Colombia, en los campos de las ideas y los delitos,  los jugadores más famosos son “bicamisetas”: En el pecho y en la espalda, diferentes banderas. Eso hace que las historias que trascienden sean, de igual manera, narraciones conceptualmente diferentes, dependiendo del bando donde, en el momento de escribirlas esté el amanuense, narrador que también de una manera u otra es protagonista. El resultado es que todos desconocemos la historia del conflicto en el que estamos inmersos porque hay más encubiertos que hechos públicos, éticamente conceptuados. 

  



Ajustado a su criterio estilo 2001, Salud Hernández-Mora,  dilucida la naturaleza de las autodefensas y justifica la creación de los grupos fascistas como unidad modular de amparo para quienes sufrieron los crueldades de las Farc. Es decir que, de alguna forma legítima lo que de ninguna manera sea correcto justificar, mucho más si ya en la fecha de publicación de la semblanza reaccionaria de Carlos Castaño, sin ser adivinos ya se podía dilucidar la tendencia  delincuencial en la que las autodefensas operarían. A la lógica me atengo: ¿Se podría tratar de hacer un panegírico a quien recurre a matar y robar, alegando que  el Estado no le ofrece otras posibilidades?


El siguiente es el prólogo del libro referido en los anteriores renglones:
“Si las personas que apoyan moralmente a Carlos Castaño y a su grupo armado dejasen de hacerlo después de leer este libro, ya habría merecido la pena su publicación. Y si contribuyera a despejar de muchos corazones las ansias de venganza por el crimen de un ser querido que quedó impune para siempre, también estaría justificado. Porque resulta aterrador pasar las páginas ensangrentadas con decenas de muertes cuyo autor o inductor invoca en aras de una causa que él considera legítima: acabar con la subversión en Colombia al precio que sea al tiempo que venga el asesinato de su padre.
Pero este libro es algo más que las confesiones de uno de los principales actores de la guerra que está desangrando este país sudamericano. Es un reflejo de la descomposición de la sociedad colombiana, de la suciedad de un conflicto armado que hace años dejó de ser ideológico, del cinismo e ineptitud de los políticos, de la incapacidad del Estado de cumplir sus funciones constitucionales, de la falta de ética de los dirigentes y de algunos dueños de medios de comunicación, de la crueldad de los grupos al margen de la ley, de la doble moral de todos ellos; en fin, una radiografía a veces siniestra y en ocasiones patética, de una nación que naufraga ante la pasividad de su clase dirigente y el sentimiento de impotencia de sus ciudadanos.

Sin embargo, algunos lectores y muchas personas que no quieran siquiera leer una línea, sólo verán en él la apología del terrorismo, darle espacio a un confeso de decenas de asesinatos para que explique las razones que le llevaron a cometerlos. Pienso, por el contrario, que es un documento periodístico que nos ayuda a conocer mejor a una persona que, desafortunadamente, está influyendo de manera decisiva en la Colombia actual y que ha sido uno de los protagonistas de los episodios más trágicos de las dos últimas décadas.

Contribuye, también, a comprender que las AUC no son los hijos díscolos del gobierno de turno y de los militares, sino que funcionan de manera autónoma, que el monstruo se les salió de las manos. Que con ese “grupo político-militar de resistencia civil armada anti guerrillera”, único en el mundo y reforzado cada día por la degradación social antes mencionada, sólo se saldrá por la vía de la negociación, se quiera o no.

Castaño, un autodidacta que se define como más político que militar, es un personaje poco conocido, involucrado en infinidad de crímenes y de acontecimientos oscuros. Pero nadie puede discutirle la franqueza con que aborda algunos temas macabros y su decisión a aceptar algunas verdades nada favorables sobre él, su entorno cercano y su organización.

He tenido la oportunidad de entrevistarlo en tres ocasiones, corroboré esa sinceridad y sentido autocrítico ocasionales, así como su facilidad para conectar con las preocupaciones de un amplio sector social, aunque nunca me concedió el tiempo suficiente para tratar asuntos del pasado, o intercambiar opiniones con amplitud. Es, además, un entrevistado acelerado, inquieto, difícil, que habla como una ametralladora, y apenas deja un resquicio para meter una frase o un apunte. Por esa razón, cuando coincidí en una de esas entrevistas con Mauricio Aranguren y supe del trabajo que estaba preparando, me pareció una buena iniciativa, la única forma de llegar a saber una parte de la verdad, interesada, por supuesto, de muchos acontecimientos de la historia reciente colombiana.

“Este libro es verdad pero no toda la verdad”, dice Castaño. Y es tan sólo, no lo olvidemos, su verdad y, por si fuera poco, parcial. Por tanto, todo el contenido habría que ponerlo en cuarentena y contrastarlo con otros testigos, algo que, sabemos, no será fácil. La escasa o nula credibilidad que merecen políticos, algunas autoridades, mafiosos o grupos guerrilleros también involucrados en la mayoría de los acontecimientos relatados, hace concluir que llegar algún día a saber a ciencia cierta lo que realmente ocurrió será misión casi imposible. Pero, al menos, este libro es, a mi juicio, entre verdades, medias verdades y silencios, un aporte interesante y ojalá otras partes se atrevan a imitar el ejemplo.

Quizá uno de los pasajes que más polvareda levantará es el referido a la toma del Palacio de Justicia y al asesinato de Carlos Pizarro, el candidato presidencial procedente del M-19. No creo que ni su familia ni sus seguidores acepten las implicaciones que Castaño le adjudica con la mafia.

“Carlos Pizarro era el hombre de Pablo Escobar. Los narcotraficantes soñaban con el poder y Pablo siempre quiso la presidencia”, afirma Castaño. Por esa razón, “¡Pizarro tenía que morir!”.

Según el comandante de las AUC, la toma del Palacio de Justicia se decidió en su presencia en la Hacienda Nápoles. Era el favor que le haría el M-19 a los narcos a cambio de unos millones de dólares. Con eso lograrían destruir los archivos en donde se guardaban los casos contra los mafiosos.

Y no sólo eso. Pizarro, asegura el confeso, había hecho otros trabajos sucios porque “Pablo lo mantenía chantajeado y extorsionado. Escobar tendría un idiota útil en la presidencia o en el cargo que alcanzara”. Esa fue su sentencia de muerte. En ese momento, Castaño y otro grupo se invisten de ángeles justicieros y planean su crimen, cometido, como es bien conocido, en el interior de un avión en vuelo. En el capítulo II cuenta de forma escalofriante los pormenores de la preparación y la forma en que se llevó a cabo.

“Mataron a quien iba a salvar a este país; se morirán los candidatos de la hijueputa oligarquía”, dice Castaño que fue el comentario rabioso de Escobar al conocer la noticia.

La vida y muerte, que algunos cuestionan, de Fidel Castaño, acaecida el 6 el enero de 1994, contada con bastante detalle, ayuda a comprender mejor a su hermano y la doble moral que practica. A Fidel le disculpa sus nexos con el narcotráfico, sus arrebatos criminales, su obsesión por convertirse en millonario, su participación en la venta de arte a los mafiosos, incluso sus fraudes. Pero hay que reconocerle la franqueza con la que habla del mayor de los Castaño, el hombre más importante en su vida. “Fidel fue un gran hombre, un muy buen hermano, antisubversivo hasta los tuétanos, pero no tenía todos los escrúpulos”.

Fidel muere, según relata el comandante de las AUC, por un error en una escaramuza, de un disparo en el corazón. Lo enterraron en algún lugar del Nudo del Paramillo.

Pero el origen de todo, lo que le llevaría tiempo después, a los 29 años de edad, a asumir el control de las AUC, fue el secuestro y posterior asesinato de su padre. “Yo puedo perdonar todo lo que ha pasado en estos veinte años de guerra, pero la muerte de mi padre, no”.

Tal vez todo lo referido a ese crimen, y a la venganza que emprenden los dos hijos, es uno de los episodios que dejan más perplejo al lector. Habría que preguntarle a Castaño cuántos padres no han perdido sus vidas porque Fidel y él decidieron tomarse la justicia por su mano ante la falta de acción, habitual por otra parte, de los tribunales y de los cuerpos de seguridad estatales. Cuántos hijos esperan de Castaño una explicación, cuántas lágrimas no ha hecho derramar inútilmente. Pero aún hay algo que llama más la atención. “Ese capítulo de mi vida aún no se ha cerrado si no me devuelven el cadáver de mi padre”.

¿Sabe el comandante de las AUC las miles de familias que aguardan a que sus hombres les devuelvan los cadáveres de sus seres queridos que ellos masacraron? ¿Acaso ignora lo que su gente llama el cajón largo? En fin, supongo que esto mismo se preguntarán indignadas las víctimas de su particular justicia.

“Durante el primer año fuimos una organización de espíritu exclusivamente vengativo, y cuando ya habíamos ejecutado a la mayor parte de los asesinos de mi padre, comenzamos a ser justicieros... Éramos unos pistoleros vengadores con una causa por la justicia. Así de sencillo.”

Con sólo dieciséis años Castaño ejecuta a su primer guerrillero de civil, el hermano de uno de los que mataron a su padre. “Recuerdo, como si fuera hoy, lo que le grité: No creas que me vas a matar a traición y amarrado, como a mi padre, hijueputa... Ahí le metí tres tiros más en la cabeza”.

Como es habitual en la historia de este país, más de uno aprovechó la creación del grupo vengativo para que les hicieran el trabajo sucio; como en una ocasión me confesó Castaño, ellos fueron los tontos útiles del régimen. Y, por supuesto, nadie puede negar la connivencia de las Fuerzas Armadas en la gestación y posterior desarrollo de las AUC.

“Muchas veces se nos acercó un policía o un cabo para decirme: Carlitos, ve ese hombre en la esquina del cementerio, es un guerrillero; no hay ninguna prueba contra él, ustedes verán qué hacen... Se coordinó la acción... y al salir el subversivo, lo ejecutaron”.

En otros apartados queda demostrada esa colaboración, nada sorprendente por otro lado, ya sea dejándole seguir tras ser reconocido en un retén, o mirando hacia otro lado cuando su banda armada realiza una incursión.

Aún así, Fidel Castaño sugirió en su día una separación de las AUC y las Fuerzas Armadas. “Hermano, esto no es por donde lo estamos haciendo, al lado del Ejército no vamos a llegar a ninguna parte, más adelante nos van a matar, aquí vamos a pelear a nuestra manera. Esto es guerra de tierra arrasada”. En la actualidad, debido al esfuerzo conjunto de Gobierno y cúpula militar, poco reconocido en el exterior, la división es mayor pero aún no es total.

Sobre la creación de las AUC, Castaño indica que uno de los pilares fue el mayor Alejandro Álvarez Henao, del Batallón Bomboná, de Puerto Barrio, quien “tenía muy claro que había que combatir a la guerrilla con sus mismos métodos irregulares”. Tanto el citado militar como “Caruso”, papá de otro uniformado, y Fidel Castaño “fueron los padres de la Autodefensa paramilitar en Colombia. Al mayor Álvarez la institución le importaba un carajo, y decía: «Muerte a la guerrilla»”.

Más tarde crecieron hasta llegar a constituir el ejército federado actual de 13.000 hombres, incluido en la lista de organizaciones terroristas elaborada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Entre sus comandantes y patrulleros, Castaño reconoce que hay menos idealistas de los que él quisiera y que la guerra y el caos general del país es un gran negocio para muchos de ellos, como lo fue para su hermano.

“A mí me pueden pintar como Satanás ante el mundo, pero la pregunta que tarde o temprano tendrán que poner en la balanza es: ¿Qué genera lo que ha liderado Castaño?, eso es lo importante. Sólo me consuela que yo no empecé esta guerra, y las Autodefensas somos hijas legítimas de las guerrillas en Colombia”.

Castaño desvela la participación de civiles supuestamente respetables, que fueron en algunos momentos el cerebro gris de su organización armada, el dedo que señalaba los objetivos a eliminar. Habla del Grupo de los 6 que habrían ordenado el asesinato de Bernardo Jaramillo al que Castaño asegura que se opuso, si bien gentes cercanas a su grupo lo ejecutaron.

En cuanto al extermino de la Unión Patriótica, se atribuye cincuenta crímenes de los centenares que se produjeron y el resto se los achaca a Rodríguez Gacha, “el Mejicano”. Y justifica los suyos por tratarse de verdaderos guerrilleros. Si bien más de uno discutirá la cifra, como si no fuese suficientemente aterradora, su confesión podría colocarle ante una Corte Penal Internacional, el anhelo de muchas de sus víctimas y de los que rechazamos de plano todos sus crímenes. Sin embargo, no creo que llegue nunca ese momento. Esas fuerzas oscuras de las que tanto se habla en este país acabarán antes con su vida, cuando sientan que no lo necesitan más.

Dentro de las AUC Castaño admite que hay 300 ex militares y 600 ex guerrilleros, tanto del EPL como de las Farc y del ELN. La incorporación de los antiguos rebeldes a las filas de sus verdugos es una de las razones que explican la falta de lógica de una guerra que Castaño reconoce que sólo sobrevive por los ingresos del narcotráfico y los intereses particulares de diversos colectivos.

En el capítulo dedicado a las conversaciones secretas entre Castaño y sus representantes con el gobierno de Andrés Pastrana, lo más revelador es la falta de visión que tiene la presente administración sobre el proceso de paz, su desconocimiento absoluto del personaje tanto como de la realidad social del Sur de Bolívar. No creo que ningún lector levante las cejas de asombro por la improvisación que reflejan las negociaciones y tal vez por ello resultan tan creíbles. Incluso la entrada en acción de paracaidistas como Abel Matutes, ex comisario europeo y ex ministro de Exteriores español, así como del ex presidente Felipe González, ambos desconocedores del terreno que tendrían que pisar, dan credibilidad a la versión presentada de los hechos.

El libro también hace revelaciones sorprendentes sobre los Pepes, la colaboración de Castaño con el DAS en la captura de Pablo Escobar y en la desactivación de varios carros-bomba, La Terraza, la guerra en Urabá, la lucha urbana contra la guerrilla, la confrontación armada con el ELN, el entrenamiento militar de Castaño en Israel, la nueva estructura de las AUC, Salvatore Mancuso, su probable sucesor, su matrimonio con la hija de 18 años de un ganadero, sus asesores políticos, su relación con los carteles de la droga...

En resumen, es un libro que generará polémica. Será debatida la conveniencia misma de su existencia, la imparcialidad del periodista, de la que yo no dudo en absoluto; la sinceridad del personaje asumiendo crímenes terribles, algo que nadie antes había hecho. También se discutirá la necesidad de que aparezcan documentos periodísticos con verdades parciales sobre los que se pueda más adelante investigar y, por encima de todo, la veracidad de los hechos que en él se relatan.

El texto, por otra parte, ayuda a predecir unos próximos meses caracterizados por un recrudecimiento del conflicto armado que asolará más, si cabe, al país.

En todo caso, para construir algún futuro en Colombia habrá que conocer bien el pasado y las causas que hayan conducido a la tragedia actual. Pienso que esta “Confesión”, para bien o para mal, contribuyen de alguna manera a ese propósito. Al menos, servirán para que los gobiernos ineptos no sigan dando palos de ciego en la lucha contra los grupos armados, y para que quienes defienden y apoyan a alguna de las dos trincheras, reflexionen sobre la espiral de destrucción y muerte que su frivolidad, irresponsabilidad y falta de escrúpulos ha causado.

De esta guerra sucia, injustificable, son responsables muchos más colombianos que los 25.000 combatientes ilegales que la libran. Carlos Castaño puede ser Satanás, pero con otro Estado y otros dirigentes, con una sociedad justa de sólidos valores, sin una guerrilla que hace años dejó de ser revolucionaria, y sin una legión de verdugos a la sombra peores que él, jamás hubiera llegado a formar las AUC con la fuerza y el poder que tienen en la actualidad”…

viernes, 27 de mayo de 2016

Triste  vida de quien solo aspira a “sembrar  un árbol, tener un hijo y escribir un libro.”
Samaria Márquez Jaramillo
Yo sembré dos mandarinos y tres niñas solitarias, habitantes del condominio donde vivo,  los desvistieron de sus hojas .Antes de que murieran de frío los desraicé.


Tengo un hijo que hoy vive sus sueños en primavera,  a kilómetros de mar  y una hija que desde la ventana de su casa ve a mi nieto aprender a manejar su recién estrenada motocicleta.

  Escribí más de dos pares de novelas,  casi incógnitas, pero tengo un blog  con centenares de visitantes  y  me pregunto: ¿Si yo sembré un árbol, tuve dos hijos y he escrito 5 novelas, porque mi testimonio, bastante largo, es tan incompleto?
Tuve una historia linda, dos  perversa y otra que ni fu ni  fa. Ahora tengo un esposo. Creo que moriré siendo esposa.
Mi amiga  QEPD me enseñó que, de acuerdo con el poema de Ricardo Nieto, que ahora es  canción, Los libros: “¿Qué sabio ha podido mecerse en la bruma?/ ¿Qué artista una gota formar de rocío?/ ¡oh pobres poetas, romped vuestra pluma! /Mirad como escribe sus versos la espuma/ y oíd cómo canta sus versos el río”.


En  Paris,  en el cementerio de Montparnasse, no logré  embriagarme de nostalgia 
caminando entre las tumbas de Jean-Paul Sartre, Charles de Baudelaire, 
Jean Seberg, André Citroën,  y Julio Cortázar. 

Bailé merengue,  en Barranquilla, cumbia en El Banco   y champeta en Cartagena.
En Tebaida canté a gritos: “Por tu amor que fue ilusión y desventura, fracasaron para mi todos
 todos los sueños…”. En Barcelona,  fui a un concierto de Serrat y oí, 
musicalizados, poemas de  Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti,
 y Federico García Lorca. También estuve   un partido de  futbol del Barsa,
 comí  cangrejo en Barceloneta y viaje en tren. En Calatayud  conocí a un hombre, que vivía diferente.
 

He ido tres veces a Buenos Aires y una vez a  Bariloche. Y estuve en el 
sitio exacto del que habla  la Canción del Pirata de Espronceda, 
“La luna en el mar ríela, /en la lona gime el viento, /y alza en blando movimiento 
olas de plata y azul; /y ve el capitán pirata, cantando alegre en la popa/
Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul”… 
 
Vi el Capo uno y el Dos y ahora repito a Betty la fea. Gané varios premios. Trabajé en televisión. Fui el personaje de la semana en España y ahora Los Nietos del exilio avanzan protegidos por una gran editorial.
 Comí anca de rana, bebí mate y fumé la pipa de la paz, aunque soy alérgica al cigarrillo y a todo lo que produzca humo.
Me disfracé en una noche bruja de bruja… 


Me engordé y aprendí a aceptarme en la tercera edad. Lloré de rabia. Fui feliz y ahora estoy cansada y  creo que  es triste la  vida de quien solo aspira a “sembrar  un árbol, tener un hijo y escribir un libro.”




Periodismo sin respuestas  frente a críticas por mala calidad intelectual
Samaria Márquez Jaramillo



Hace  muchos años, en La Tebaida tuve una infancia feliz. Lo descubrí hace poco.  Era débil, esmirriada, temerosa y sigo siendo fea. Mi papá, al llegar a la casa, se mecía en una silla, mientras leía el periódico. Yo me ubicaba detrás de él y abría y cerraba mis labios imitando leer en voz baja. Un día mi mamá dijo:” ¡Pobrecita, le enseñaré a leer!” A los 4 años leía todo lo que pasaba por mis ojos: Los avisos de la sastrería, la bicicletería, la barbería, la lechería, la droguería, todo terminando en ía. Predestinada: Me iría en  el año 63 y volvería en el 88.
También en mi primera infancia –ahora empiezo la séptima- leía los trozos de periódico en los que venía envuelto el jabón. Esos pedazos, por no tener los renglones completos, me daban una información fraccionada  que yo intentaba completar. Entonces empecé a ser escritora.Cuando tenía 10 años le escribí a El Tiempo, a una página que se llamaba La Tía Juana. Mi texto  fue publicado completo. Desde entonces no he parado de escribir.
Tengo 7 novelas escritas. De ellas hay 5 publicadas... Las otras dos están a la espera. ¿De qué? ¡No lo sé! En el año 2004, con La vida en tiempos de muerte  gané el premio Iberoamericano de novela Mario Vargas Llosa. En el 2014, con Los Nietos del Exilio, quedé  gran finalista en el premio Hispania de Novela Histórica, que ahora, hermosamente editada y eficazmente comercializada por la Editorial Áltera, está en las vitrinas de más de 10 países de habla hispana,

Hace 50 años soy periodista. Trabajé  en Cali, en los periódicos Occidente, El País y El Pueblo. Fui, fui… ¿Que soy ahora? Pensaré en eso: Regresé al Quindío... Y ¿qué más soy? Soy esposa, madre, abuela, amiga, y compañera de manada de Kim, la 1/9 de Pointer Alemán que me encontré en la calle y que de tan traumatizada que estaba demoró 5 meses para ladrar, por primera vez,  en su nueva casa.
En mi cédula consta:Nombre: Samaria Márquez Jaramillo . Sexo      : Femenino
Convocadas a contestar, mis hermanas dirán que pude haber tenido más si le hubiese dado al amor menos. Mis hijos juzgarán que soy la presencia de la ausencia y mis amigos opinarán que soy frenética, ferviente,  fanática y furibunda. Yo digo: ¡Es mi vida!
Escribir para mí es un oficio mágico: Si no fuera por él estuviera muy vacía. Me llena de alegrías y de frustraciones. Por supuesto que el número de estas últimas es infinitamente más abundante que el de las primeras. Gústenme o no, en primera página seguirán apareciendo  las pataleta de Uribe, el  torso de Cristina Ronaldo,  los abultados senos de Sofía Vergara, la auto publicidad por medio de la búsqueda del Tesoro Quimbaya  y en un rincón, que no del alma sino de cualquier página interior, las estadísticas que explican porque el salario mínimo es más bajo que en el año 1900.  También, ocultas por la pauta aparecen las  masacres, los muertos , el costo de los plátanos, los recortes de personal o las desgracias de las vidas del común y corriente.

Sin divagar más, a los hechos me refiero: El periodismo nació siendo cultural. Sus redactores eran escritores y su contenido más literario que noticioso pero tenía baja circulación y escasos anuncios. Después fue el amarillismo y lo banal, como lo que ocurrió acá en Armenia cuando trajeron una exposición de pintura mexicana: Una muchachita, recién graduada de comunicadora social, vestida como para un casting, leyó las firmas en los cuadros y, ruidosamente preguntó: ¿Dónde están los de Carlos Fuentes y Jorge Volpi?


¿Entienden, ahora, porque  estoy dispuesta a dar la pelea por el periodismo cultural, los lectores y mis intereses personales? ¿Si  por los años sesentas, cuando en Cali se iniciaba la inquietud artística, y en los primeros festivales de arte con Fanny Mickey como promotora, ya era un compromiso hablar de los actores de la cultura, cómo cumplir ahora esa tarea? Las plataformas  digitales y las redes sociales, sobre todo Twitter con sus 140 caracteres, multiplican la actividad cultural pero no tienen tamices adecuados para cernir la paja del heno. Para terminar, dejo constancia de que en mi ejercicio periodístico me julepea la presunción de llegar a dilucidar el porqué de las circunstancias que atraviesa el periodismo y me apabulla la certeza de que no encontraré las respuestas.






martes, 24 de mayo de 2016

En Brasil los  denunciantes saldrán denunciados
Samaria Márquez Jaramillo


Sale a la luz pública el complot para destituir a la presidenta Vilma Rousseff y envolatar las investigaciones contra directivos de Petrobras.

El príncipe Giuseppe de Lampedusa, autor de la novela El gato Pardo, que es un compendio de cinismo, con una frase señala cómo, para usarlo en beneficio del que se hace aparecer como víctima, se sataniza  a quien pudiera hacer condenar a la supuesta víctima que, en realidad es un delincuente. La frase dice: Hay que cambiarlo todo para que todo siga igual.

La satanización es la técnica  de desinformación o alteración de hechos y descripciones que consiste en presentar a entidades políticas, étnicas, culturales o religiosas, como fundamentalmente malas y nocivas, como sistema para  justificar un trato político, militar, social o cubrir con cortinas de humo un acontecimiento para poder manipularlo y así acabar con quien intentaba delatar o hacer justicia ante un delito. Se trata de la acción de voltear, mediante argumentaciones ideológicas, una inminente condena y, en cambio, hacer que se condene al que sería el encargado de entregar las pruebas reales. Este es el sistema para hacer condenar de  incorrecto lo que está en contra de lo que sí es delictivo.

EN Brasil, la diabólica trama empezó cuando los culpables presintieron que Vilma Rousseff tenía los hilos que llevarían a la Justicia por buen camino en el caso Petrobras que, para lavar dinero, las directivas de esa entidad petrolera, insignia de la economía brasileña, se asociaron con empresas y contratistas, pagaron sobreprecios y desviaron fondos mediante el montaje de un sistema para amañar las licitaciones y poder enviar al exterior unos 4 mil millones de dólares, durante 10 años.

Después de un debate que duró toda la noche del miércoles 11 de mayo, el Senado de Brasil votó el jueves en la madrugada suspender a la Presidenta Dilma Rousseff y comenzar un juicio político en su contra. La votación fue de 55 contra 22. Los senadores aceptaron los cargos contra Rousseff que la acusaban de usar préstamos de los bancos estatales para ocultar los déficits en su presupuesto. Algunos críticos aseguran que esta maniobra presupuestaria se realizó para asegurar su reelección hace dos años.
“Ya no podíamos ignorar estos delitos y por eso votamos a favor de la acusación”, dijo Álvaro Días, un senador del Partido Verde. “Después de haber sido asaltados por la incompetencia y la maldad, los brasileños esperan que haya un castigo”.
Tras la separación del cargo de presidenta, y mientras transcurren los 6 meses que debe durar el juicio político, ocupará la presidencia del Brasil el Vicepresidente Michel Temer, quien ahora está bajo una enorme presión.

Rousseff, la primera mujer en ocupar la presidencia de Brasil, califica este proceso como un golpe de Estado y rechazó las peticiones de dimisión. Además prometió continuar su lucha para mantenerse al frente de su país.
La credibilidad del nuevo Gobierno en Brasil se derrumbó en 75 minutos,  tiempo que gastó el Ministro de Planeación del nuevo gobierno, Romero Jucá,  la mano derecha del presidente interino, Michel Temer, para contarle en una grabación que estaba intervenida y que fue grabada, al ex presidente de la petrolera Transpetro, Sergio Machado, como utilizaría su cargo en el nuevo Gobierno para bloquear las investigaciones sobre el escándalo en Petrobras.

“Tenemos que resolver esa mierda. Hay que cambiar el Gobierno para estancar la sangría”, resumía el por entonces senador del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB) en la grabación que desde el mes de marzo descansa en manos de la Fiscalía General de la República. Investigado por la Policía Federal, el entonces senador y ahora ministro de Planeación,  sabía que únicamente la caída de la presidenta Dilma Rousseff podría detener las investigaciones en su contra: "Tiene que haber impeachment, no tenemos otra salida”. Las frases de Jucá explicaban, una a una, las maniobras de su partido para llegar al poder y tapar discretamente el mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil. Su supervivencia política estaba en juego ya que la mitad de su partido, casi todos sus aliados en el Congreso y él mismo estaban siendo investigados.
“Conversé con algunos jueces del Supremo. Dicen que solo habrá condiciones si ella sale (Rousseff). Mientras ella esté ahí la prensa, que quiere tirarla, no va a parar nunca ¿Entendiste? Hablé con los generales, comandantes militares. Todo está tranquilo, dicen que nos van a garantizar la tranquilidad", añadió Jucá

"La prensa brasileña debería reconsiderar su posición y comenzar a hablar de golpe en Brasil", apuntó en un artículo de 'The Intercept' el ganador del premio Pulitzer, Glenn Greenwald. “No hay dudas  al respecto. El propósito principal del impeachment de Dilma no era acabar con la corrupción o castigar a los corruptos sino justamente lo contrario: proteger a los verdaderos corruptos dándoles poder con la salida de Dilma y, después, permitir que acabasen con las investigaciones de la Lava Jato”, (lava autos, nombre de la trama de Petrobras) sentenció.
En tan solo 10 días de Gobierno interino, la credibilidad de Temer parece agotada. Temer emitió un comunicado que ratificaba la suspensión del ministro hasta que la justicia brasileña se pronuncie.









viernes, 20 de mayo de 2016

De dueño de esperanzas a factor de desbandada hay un solo paso: Entregar el mandato a foráneos

De dueño de esperanzas a factor de  desbandada  hay un solo paso: Entregar el mandato  a foráneos
Samaria Márquez Jaramillo

Cuando era príncipe, su pueblo lo llamaba El deseado. Cuando logró el trono,  le denominaron  El  rey  felón. Escribo sobre Fernando VII,  rey de España, hijo de Carlos IV, (nacido en el  que fuera un palacio real y ahora es la tumba de los reyes, El  Escorial, 1784 – y que muere en Madrid en 1833) y quien, como príncipe de Asturias, conspiró contra su padre.



Descubierta la conspiración, el príncipe fue condenado y obtuvo el perdón, pero apoyado en el descontento general y ofreciéndose como el remedio a todos los males sociales y al mal gobierno,  capitalizó el inmenso problema humano vivido en ese momento en España y fue rey de España durante tres meses, de marzo a mayo de 1808, porque en ese año España fue invadida por el ejército de Napoleón Bonaparte. El pueblo español se rebeló en Aranjuez  y el 19 de marzo de 1808 obligo a Carlos IV a  abdicar a favor de su hijo. Ante las contradicciones de los reyes españoles, Napoleón Bonaparte  reunió a la familia real en Francia, en  Bayona, y obligó a Carlos IV y a su hijo Fernando VII a deponer su trono  a favor de José Bonaparte. En aquel momento, Napoleón proclamó como Rey de España  a su hermano con el nombre de José I.

El mayor interés de Napoleón por invadir  la monarquía   de España residía en que Fernando VII estaba aliado con Inglaterra, enemiga del corzo  Bonaparte, circunstancia que obligaba a Napoleón a  derrotar al rey español, para cerrar el comercio entre Inglaterra,  España y parte de América del norte .
Derrotado  Fernando VII, fue encarcelado y el pueblo español fue súbdito del rey plebeyo,  José Bonaparte, que nunca fue respetado como rey  y  que,  ni siquiera, sabía hablar en español.
A partir del 2 de mayo de 1808 en toda la península surgió una insurrección popular  y las guerrillas populares impidieron la penetración del ejército francés y lograron debilitarlo.
Ante estos acontecimientos, Inglaterra, enemiga de Napoleón Bonaparte,  decidió intervenir activamente en defensa de España, bajo el comando del General Wellington.


1812 fue el año decisivo. El ejército del general británico Wellington, con el apoyo de españoles y portugueses, infringió sucesivas derrotas y tras la catástrofe de Rusia, un Napoleón completamente debilitado devolvió la corona a Fernando VII y las tropas francesas abandonaran el país.

El caos español sufrido a partir de 1808 debilitó el poderío de España en las colonias de América pues los conquistadores del Nuevo Mundo demostraban vacío de poder. Como resultado,  subieron de tono las protestas independentistas, pero no fue uno solo el motivo, sino un conjunto de descontentos  los que determinaron  el movimiento emancipador que se desarrolló en nuestra América, desde  1808 a 1825.  De ellos, el más dañino para los invasores del nuevo mundo fue, quizá, la crisis del ordenamiento jurídico de la monarquía, aunque hubo otras causas que dieron fuerza a la independencia, yo creo que la más fuerte fue  ideológica: Los ilustrados influyeron sobre los criollos, les enseñaron a amar a su país y sembraron inquietudes…
Tras la expulsión del «rey intruso», José I Bonaparte, nuevamente desde diciembre de 1813 hasta su muerte fue rey Fernando VII, exceptuando un breve intervalo en 1823, en que fue destituido por el Consejo de Regencia porque  sus traiciones y cobardías fueron tantas que de esperado pasó a ser denominado felón y  era  considerado como el peor rey, que hizo arrepentir a cientos que lo habían apoyado. Los hechos probaron que tanta adhesión había sido un desatino: Fernando VII rompió todas sus promesas y se dedicó a dar caza a todos los ilustrados españoles. También se descubrió que  durante los años que estuvo depuesto escribía cartas obsequiosas a Napoleón  y que, luego , ya reintegrado al trono, durante la primera etapa del reinado, entre los años 1814 y 1820, el rey  entregó el mando a franceses como consejeros.
La tarea que aguardaba a Fernando era extremadamente compleja. Habría tenido que contar con unos ministros excepcionalmente capaces para poner orden en un país devastado por seis años de guerra, pero no los empoderó y recurrió a una camarilla extranjera, dando como resultado que la inestabilidad del gobierno fuese constante y los fracasos a la hora de resolver adecuadamente los problemas determinaron los continuos cambios ministeriales.
El diccionario de la  DRAE, tiene como acepción de la palabra felonía: Deslealtad, traición, acción fea. ¿Qué hizo Fernando VII para que durante dos siglos se le atribuya, casi en exclusiva, el término felón?  Creo que, en resumen, fue entregar España a los franceses, como contraprestación de las manipulaciones con las que ellos lograban  mantenerlo en el cargo de rey y permitir que los foráneos desplazaran a los nativos y administraran mal un territorio, a favor o en defensa de sus propios estipendios.
Como anécdota les cuento: El rey Fernando VII era aficionado al billar y solía jugar con los miembros de su Estado Mayor. Estos, deseosos de agradar al soberano, procuraban siempre fallar sus golpes y hacer que las bolas quedasen en inmejorable situación para que el monarca hiciese sucesivas carambolas. De ahí proviene la frase: "Así se las ponían a Fernando VII".



martes, 17 de mayo de 2016

Corrupción es la conversión de intereses del Estado a intereses particulares
Samaria Márquez Jaramillo


En Colombia la mayor corrupción es perpetrada                                                  
por funcionarios públicos y de esa corrupción gubernamental, el mayor porcentaje  se comete en el rubro de contratación.
La corrupción en la utilización de las costas estatales para ganancia personal y se cumple mediante la conversión de  intereses del Estado  a intereses particulares, por parte de los representantes de la administración, ya sea nacional, regional o local y se evidencia cuando los funcionarios  tergiversan las condiciones de un contrato o un convenio, ajustan los requerimientos a una persona u ONG para poder entregarle el estipendio del contrato, suma en la que llevan asegurada una suma importante. Cuando se cumple el cvy –cómo voy yo- queda resuelto el objeto puesto que en lo que menos se pensó es en cumplimiento ético, decoroso y eficiente del motivo o razón por los que se pagó la suma convenida.

Por lo tanto los recursos de que dispone el gobierno y que están destinados a emplearse para ciertas actividades, pasan a utilizarse en otras que no benefician lo público, o que solamente en un grado menor a lo esperado, generan beneficio.
Lo de la contratación y convenios de prestación de servicios corrupta, debe ser denunciada y probada, porque el desangre económico que ocasiona es, también, culpable de las desgracias sociales del territorio que es víctima de la corrupción. Me refiero  al manejo inadecuado de los recursos estatales que abulta la billetera de quien la perpetra y extermina la  legitimidad del gobernante que elige funcionarios, o los tolera y los envuelve en cortinas de humo, que más tarde o más temprano serán destituidos, juzgados y enviados a la cárcel.

Todo parece indicar que, aunque Colombia haya sido estigmatizada por el alto grado de corrupción en quienes manejan el erario público, no puedo decir que el mal sea sólo de este país y de los empleados públicos. Me referiré a Italia y al autor de la Divina Comedia, la obra fundamental que le abrió paso al pensamiento medieval para hacer la transición a renacentista, Dante, el poeta que ubicó a los corruptos en el infierno, pero fue declarado culpable de haber recibido dinero a cambio de la elección de unos nuevos priores y de haber aceptado porcentajes indebidos por la emisión de órdenes y licencias a funcionarios del municipio y quien, por todo eso,  fue condenado al exilio.

Lo anterior es informativo. No sirve de consuelo porque acá no sólo no se destierra a quien roba el dinero de todos, sino que se le admira su nuevo último modelo carro o su recientemente adquirida hacienda porque ya no hay nuevos ricos en Colombia sino recientemente nombrados ex - honrados ciudadanos.