domingo, 31 de marzo de 2019


El silencio y el miedo  ya tienen nombre: Complicidad Cobarde

Samaria Márquez Jaramillo
El infierno estaba lleno, o casi.  Pero aún había una fila de personas esperando ser absueltos.  Salió el demonio y dijo:


- Queda un solo sitio. Para ocuparlo escogeré al peor de  vosotros 
El diablo, con sus ojos hizo una vuelta de 180 grados. Los del limbo, de  en rededor,  esquivaron su mirada, menos uno que la sostuvo y aseguró:
-  Te equivocas. Apártate de mí, Satanás que conmigo no contarás.  Soy neutral. Si las cosas para que existan deben ser nombradas, yo no pronuncio ni  un pio. Ni una palabra  digo, ni algo hago.  Debe haber un error don sata, no pertenezco a esta fila.
- ¿Cómo que nada de algo?
- Sí, nada.  La verdad es que he sabido y comprobado muchas atrocidades en contra del patrimonio público  , la vida y honra humana, el desastre de la cultura  y otras cosas peores: Niños violados, jóvenes abusados por enfermos sexuales.  Pero callo para ver si por falta de inercia se terminan y porque creo que el que es de Dios en Dios permanece -respondió el hombre, ya asustado-.

El demonio volvió a preguntar:
- Pero, ¿de verdad viste todo lo que cuentas y no hiciste algo? 

-Sí, callé, cerré los ojos y oculté mis manos.
-No tengo duda: Deja el rol de Yonofuí, ven para acá, el infierno y todos sus tormentos te esperan…  Además recibirás la codena pública.
En psicología social se conoce con el nombre de responsabilidad diluida o falta de reacción ciudadana a una situación que se explica así: Cuanta más gente está presente o enterada de una situación de caos, corrupción o daño público, menos son los que se muestran dispuestos a ayudar a quienes están en riesgo,  porque se disuelve  la incumbencia y se cree que lo que hace la mayoría es lo correcto, situación que traducida a sentencia maternal podría leerse como “mal conocido por muchos compromiso de ninguno”. Pero esto no es nuevo. Para probarlo basta un recorrido por la Biblia: La parábola del buen samaritano en el Evangelio de Lucas, capítulo 10, versículos 29: “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo (seguramente llevaba las alforjas llenas). Así, también,  llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él…” Ejemplos iguales hay a montones en la página web Listverse. Es decir que, si el mal aqueja a muchos, la responsabilidad de erradicarla no es de uno solo. Pero, y  ¿el pundonor?, esa palabrita que significa: Sentimiento de dignidad personal, ¿por qué cayó en desuso?

Duele ver la indignidad con la que algunos  acolitan  al gobernador del Quindío o comentan, en broma, del excalde Carlos Mario Álvarez y sus excesos recaudadores con la pretensión de pagar los favores recibidos del binomio Valencia&Valencia Cía. ilimitada o me oyen hablar de la contratación Made in María Fernanda, en Corpocultura en el año 20l7-2018 y ríen como si dilapidar el bien público no hiciera daño a todos. Muchos creen que mientras el dinero no sea extraído de sus bolsillos, lo público no importa… Y de la connivencia con la que aceptamos la corrupción rampante y endémica, ¿qué? Entonces, ¿Ora pro nobis? …




lunes, 25 de marzo de 2019

Todo predicamento en su momento

Abordar ahora el tren de la renovación social o irse, después, en el bus que va en reversa hacia el corral...

Todo predicamento en su momento
Samaria Márquez Jaramillo
Uno cree que la memoria es selectiva y por ello extensos e intensos lapsos se nos borran e insisten en estar  de acuerdo con aquello de “olvidar y olvidar es la gran solución”, hasta que una llamada, un nombre, unas preguntas comprueban que el recuerdo es como las emisoras radiales: están en silencio hasta que son sintonizadas. Pues bien, el miércoles 13 de este mes, marzo de 2019, estaba yo en la antigua Estación del Ferrocarril, en el salón de reuniones,  haciendo quórum en el Consejo municipal de cultura, cuando en una llamada por el celular, una voz femenina y un nombre inesperado hicieron erupción en mis reminiscencias:
     Samaria, te habla María Valencia Gaitán. Soy la nieta de Jorge Eliécer Gaitán…
     ¡Hola! Recuerdo a tu mamá, Gloria, y también, vista en recortes de prensa de mi mamá, a tu abuela Amparo.
     Leí un artículo tuyo, publicado en la Crónica del Quindío, hace como 4 años, donde hablas de Felipe Lleras Camargo y de mi abuelo, Jorge Eliécer Gaitán. Te llamo para que me amplíes, si lo decides, esos conceptos que entonces enunciaste.
Lo  emocional siempre me sacude. Sentí como si algo desde mi interior me moviera como rama al viento (si, ya sé que la anterior es una frase gastada pero es la más gráfica que ahora encuentro). ¿Felipe? ¿El Pueblo? ¿35 años guardados en una alcancía imaginada?
     Hum… estoy en un Consejo de cultura, te llamo cuando termine, pero en este momento me cuesta poner en orden mis pensamientos ¡Son tantos los recuerdos! En alguna parte tengo un fajo de hojas manuscritas donde, derrotando al olvido, pergeñé las mil y una historia que Felipe Lleras Camargo me compartió.
     ¿Te habló de mi abuelo? ¿Por qué en Cali estaba Felipe Lleras Camargo? ¿Sabes algo de cómo empezó la violencia en Colombia?  ¿De la CIA? Llámame, por favor, o dime a qué horas te llamo.
Así nació lo que llamé todo predicamento en su momento y que por una semana me hizo vivir en 198?, creo era 1983, sostener con María unas catarsis tan dolorosas y sangrante como parto de puerco espín y procesar lo que la madurez, que da el ejercicio de la vida, me hizo comprender en el 2019, más o menos tres docenas de  años más tarde. Pero ¿si tuviera cómo hacerlo qué podría decirle a esa época ?

El extenso preámbulo se justifica cuando cuente la intencionalidad de él: En el auditorio Euclides Jaramillo Arango de la Universidad del Quindío, participando del Foro del empleo organizado por Quindío Unido, el 22 de marzo-19, luchando por echar hacia atrás el ataque memorístico , ese método anticuado que me sirvió para aprender las hoy inútiles tablas de multiplicar, para lograr  concentrarme y escuchar lo tan determinante que se decía desde el escenario: Para empezar, va una crítica: EL desconocimiento de la carta hace que el comensal pierda los mejores bocados: Lo oído debió ser conocido por muchas más personas, que nunca sabrán de lo que se perdieron:
*La sensibilidad y serenidad de Rafa Villa, moderando una conversación sobre lo oportuno y productivo que es conocer la realidad quindiana del siglo XXI: «Tenemos encima un nuevo periodo, una nueva época de cambio y de transformación pero pocas  personas se dan cuenta de ello. Las cosas y el mundo se pueden mejorar, se pueden innovar y cambiar, pero la base del cambio la tenemos que hacer sobre nosotros mismos. Podemos construir un mundo mejor; eso sí, no nos va salir gratis…la exclusión de los jóvenes del ámbito laboral es la brecha que los separa de lo que son las esferas actuales de la vida”.

*El raciocinio de Sebastián Zapata -quien no es el futuro del Quindío, sino una real y tangible solución de renovación de esta ciudad- y que explicó, con detalles, cómo son o deben ser en la práctica, las soluciones pertinentes para que una sociedad viva de acuerdo con su momento, siglo XXI, teniendo en cuenta los desafíos de los diferentes contextos sociales que requieren un pacto social, grande, sincero, honrado y sostenible en el tiempo.

*La sensibilidad emocional de Guadalupe Salazar Londoño -Talento extremo- quien nos convenció de que hay un método para que las empresas, instituciones y personas puedan ser más competentes y competitivas, innovadoras, felices, ágiles, funcionales y alternativas, sacando de muy abajo de los preconceptos, prevenciones y prejuicios , las habilidades interpersonales.

Y como lujoso cierre –“broche de oro” diría mi abuela-:


* Juan David Aristizabal hizo una anatomía de la realidad actual: Habló de espacio social, campo de poder, aseguró que todo lo que nos rodea es nuevo, aún los árboles milenarios enraizados en tierra renovada, por lo tanto es necesario reconstruir los conceptos, las tendencias políticas, porque así mismo cambió el interés público y se problematizó y delincuenció el ejercicio del poder , circunstancia que nos hizo aceptar que ese “¿para dónde vamos?” hay que decidirlo en forma colectiva cohesionando personas disimiles que aporten múltiples imaginarios sociales.