El arte de releer a
Gabo y mal entenderlo
Samaria Márquez Jaramillo
El 17 de abril de 2014 Gabriel José
de la Concordia García Márquez, Gabo, hoy hace dos años, se nos fue volando.
Mariposas amarillas lo acompañaban. Él no podía explicar porqué volaban a su lado.
Había olvidado hasta a Mercedes Barcha la mujer que amó hasta el último minuto
de conciencia cognitiva. Después el Alzheimer lo derrotó y trajo la hojarasca, en la mala hora que
encerró en el otoño al patriarca, luego de que él les adjudicara memoria a sus
putas tristes para que continuaran escribiendo la crónica de una muerte
anunciada…
En su autobiografía
Vivir para contarla Gabo dice. “Lo primero que un escritor debe escribir son sus memorias, cuando todavía se acuerda
de todo” Y no lo dijo por predestinación sino porque presentía que la memoria le escaseaba mientras la mirada
se le llenaba de nostalgias y poco a poco, lentamente, en el transcurso de 13
años, a partir de 1999 y a raíz de su
enfermedad de cáncer linfático, superado con quimioterapia, que hizo evidente
la advertencia que contiene la frase: “más dañino el remedio que la enfermedad”, las
palabras se le volvieron ausencias sin
sentido . Ya en el 2012 el Alzheimer era irreversible, Gabo tenía 85 años y en una
nube gris flotaban sus recuerdos. Gabo escribió 100 años de soledad y vivió
4.680 días encerrado en el olvido que se adueñó de él. Borges aseguró que el
olvido no existe más allá de la palabra que nombra un vacío.
En un vacío mental
vivía García Márquez cuando una investigación de libreros probó que el escritor
más vendido era una escritora: J.K. Rowling, la creadora de Harry Potter, el
segundo, es Dan Brown, autor del Código
Da Vinci, y el tercero, nuestro premio nobel.
En El amor en los
tiempos del cólera, el autor, siempre opositor a cualquier gobierno
colombianos, por primera vez en sus novelas y cuentos, hace hablar a un
ciudadano que no es radical u opositor de cualquiera de las instituciones, y
pone en boca de un personaje:
- La guerra está en el monte. Desde que yo uso la razón, en las ciudades no nos matan con tiros sino con decretos…
- La guerra está en el monte. Desde que yo uso la razón, en las ciudades no nos matan con tiros sino con decretos…
Aló, aló presidente Santos,
aló, ¿me lee?
Cortázar dijo que en el
cuento se gana por nocaut y en la novela por decisión, la cuestión es de
números de rounds… ¿Aguantaremos los colombianos hasta el último asalto? Por si acaso, yo me fundí en un personaje que ya tengo escrito,
por si acaso ni razono que empecé a sonreír bonachonamente como resultado de que
olvidé hasta que ya había olvidado…
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