El monstruo partidario de la eugenesia
Samaria Márquez Jaramillo
¿Recuerdan quién fue Laureano Eleuterio
Gómez Castro? Daré algunas pistas: Le echaron encima algunos
apodos: el Hombre Tempestad,
el Monstruo, el Basilisco, porque emitía con claridad sus opiniones, pero lo
hacía con el propósito de destruir a sus contrincantes a quienes desprestigiaba
y contra quienes arremetía con furor extremo.
Fue un periodista, ingeniero y
político colombiano,
presidente desde agosto de 1950 hasta 15 meses después. Por
motivos de salud nombró a Roberto Urdaneta Arbeláez como su reemplazo interino
y el 13 de junio de 1953 cuando decidió reincorporarse a su cargo, fue
derrocado por un golpe de Estado del general Rojas Pinilla. Si, ya saben. Ese
incisivo personaje es Laureano Gómez quien abominó de su nombre Eleuterio y de
su apellido materno. También imprecó de muchísimas más circunstancias y
elementos.
El sobrenombre del Monstruo no se lo gano a pulso. Sucedió
que en Bogotá, en una conferencia en el Teatro Colón, en junio
de 1928, en la que reveló su racismo aseguró que el estado incivilizado en que
vivían las poblaciones negras en la zona de la costa atlántica, se debía a la inercia
y el letargo producto del medio ambiente: Sol relumbrante, negra ardiente, sexo
maniaco, ron como pan nuestro de cada día, y que, “peor aún, la región del Caribe
se formó por el espíritu del negro, rudimentario e informe, que permanece en
una perpetua infantilidad y es mentirosos y adoradores de falsas imágenes, los
negros pertenecen a la raza salvaje, que
aporta los elementos bárbaros de nuestra civilización”.
La acusación
laureanista clamaba por el uso de la eugenesia en Colombia, promovido por un
grupo cosmopolita ilustrado que abogaba por la práctica de la ciencia del
mejoramiento de los linajes, mediante la aplicación de la eugenesia, en intento
de obrar por encima de la naturaleza que cuando un embrión no está capacitado para
sobrevivir, suele morir en etapas iníciales de gestación, dentro del útero materno.¡Monstruo!
Laureano
Gómez aplaudió la selección, en manos humanas. Las criticas se volvieron aluvión e hicieron decir a Laureano
Gómez: “Ni porque te alaben serás mejor, ni peor porque te vituperen. Lo que
eres eso eres. He aquí por qué no temo a la crítica sino que antes la incito y
la provoco. Yo sé que mis palabras de verdad, que desasosiegan y encolerizan a
los parásitos que viven de la savia de la República, encuentran eco en los
corazones desinteresados y puros de los buenos ciudadanos. Eso me satisface.
Eso me basta”.
Los
fascistas de cualquier nacionalidad tienen pensamiento similar.Rudolf Hess, el
segundo en el mando después de Hitler, afirmó que el nazismo era “biología
aplicada”. Y esta idea se convirtió en política de estado.
En
la dictadura de Hitler, inmediatamente después de que echó debajo la suela de
sus botas las instituciones culturales y educativas, los nazis pregonaron la Ley de Salud Marital
de octubre de 1935, que prohibió las uniones entre “saludables.
Para
Hitler y otros líderes del movimiento nazi, el valor último de un ser humano no
reside en su individualidad, sino en su pertenencia a una colectividad
racialmente definida. El objetivo principal de un colectivo racial era
garantizar su propia supervivencia. Para los nazis, este instinto colectivo de
supervivencia siempre implicaba salvaguardar la pureza de la “raza”. Como la
ley de la compensación es insobornable, en el último año de la II Guerra mundial,
los jóvenes arios salvaron su vida gracias a las transfusiones de sangre de
africanos, porque en Alemania el banco de sangre no daba saldo, ni siquiera
rojo.
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