El chauvinismo
debe ser erradicado del Quindío y exorcizados los narcisistas
Samaria Márquez Jaramillo
La paranoia invadió a quienes la ceguera circundante convirtió en
videntes tuertos.
Una región es un término geográfico usado con una
gran gama de significados. Es una entidad política, con fronteras y principio y fin de sus linderos.
Es un territorio que constituye una
unidad homogénea en un determinado aspecto por circunstancias históricas,
políticas, geográficas, climáticas, culturales, lingüísticas o de otro tipo.
El regionalismo es una ideología, un
sentimiento que acepta la
existencia de la nación como división política superior, pero pretende la defensa
específica de una de las partes integrantes del país. Aquella a la que dirige
sus intenciones de individualismo sectorial.
Regionalista es
quien pretende que el gobierno
nacional considere el modo de ser y las aspiraciones propias de
cada región, como una idiosincrasia respetable y sean tenidas en cuenta, en las consideraciones previas a las tomas de
decisiones que inciden en la forma económica, política, social y humana que se
viven, singularmente, en cada espacio geográfico de una nación.
También existe un sentimiento, ya dañino, que
demuestra un regionalismo, a ultranza, convertido en chauvinismo.
El chauvinismo, mejor dicho el patrioterismo, es la convicción narcisista , devenida a conductora de la comunidad formada por los coterráneos. Es la paranoia que invade al que, o a quienes, la ceguera circundante convirtió en videntes
tuertos. Nada hace más daño a un espacio urbano, que un periofoneador desfasado
en sus enunciados cuando propaga, desde la egolatría, que “porque lo digo yo,
no es retórica sino argumentos llenos de análisis serios”.
Desde su creación legal
como departamento el Quindío sufre las desproporciones, casi falacias, de los
que exacerbaron los sentimientos para luego pescar en rio revuelto. Ejemplo:
El primer error, tildar al Quindío de joven,
rico y poderoso, cuando legalmente no existía la autonomía administrativa, el
gobernador era una ficha política del Presidente de la república y las partidas
disponibles propias, se recibían, en
mayor número, de la lotería.
Y surgieron los que
hablaban más, no los que tenían mayores conocimientos de economía y
administración pública, los mismos que radicalizaron la cultura dentro de los
niveles de ellos, los que, cuando presienten un mayor número de conocimientos
en alguien, lo ridiculizan, vetan, minimizan y hasta lo envilecen, porque saben
que no resisten ni la más mínima comparación.
De esos, de ellos, es
que el Quindío tiene que liberarse y luego exorcizarlos. Ya no somos una aldea
de incultos. El Quindío tiene intelectuales, cultores, gestores y nuevos políticos
que pueden tomar el timón y darle ese
giro de 180 grados que colocará nuestro recorrido en un buen camino, bordeado
de menos variopintas que maniobraron para someter bajo sus sueños de grandeza
al progreso y para ello agitaron conciencias, movieron montañas, prohijaron los
intereses personales y lograron eclipsar la luz del conocimiento que hubiese
logrado otros resultados y no fuera el Quindío un sinfín de situaciones
mediocres y una región conformada por posibilidades que no merece.
Aclaración necesaria: Lo del verde regado debajo del texto
anterior, simboliza mi esperanza, igualmente extendida en todo lo que me
constituye:Vendrán tiempos mejores …
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