sábado, 9 de abril de 2016

Quindío ignora  si recibirá  progreso y buen manejo o caos y desgobierno.
Samaria Márquez Jaramillo
A pesar de  que suscita críticas, el uso de animales en laboratorios para realizar experimentos sigue siendo un hecho. Pese a que al enunciar al sujeto de una situación experimental se le diga conejillo de indias, la verdad es que los laboratorios ensayan, mayormente, con ratas porque, y esa circunstancia nos bajará los humos de raza animal privilegiada, los humanos compartimos con las ratas el 99% de los genes. Ambos somos genéticamente idénticos, en un 99 por ciento. Sorprendentemente, las diferencias biológicas básicas se limitan a 300 genes que serían exclusivos de cada especie. El genoma humano comprende 2.900 millones de  unidades de ADN, mientras que el ratón mide 2.500 millones de unidades del ADN y ambos, seres humanos y ratones poseen 30.000 genes y NO compartimos sólo el 1%  de estos genes. Entre el ratón y el ser humano son espectaculares las similitudes genéticas que ocasionan  sorprendentes semejanzas en los sistemas orgánicos, las funciones fisiológicas, la reproducción, el comportamiento y las enfermedades. Explicado por qué estudian las reacciones y padecimientos humanos en trabajos de laboratorio con ratas, hablaré de lo dañino que es tener un dirigente no previsible.
Tres grupos de ciudadanos, de diferentes regiones,  se sometieron a igual número de experimentos, para  medir la seguridad emocional poblacional. El primer grupo comprobó que su administrador gubernamental tiene   una estructura administrativa acorde con las expectativas tenidas por sus electores y ejecuta  un proceso metodológico de acciones administrativas coherentes con la situación real, no populista, y por ello llevará a sus conciudadanos por  rutas  alejadas de las improvisaciones. Este grupo no se perdió en especulaciones, críticas o desconcierto, y no hizo más difícil el oficio de gobernar.  Poseía elementos de confiabilidad  y reclamaba menos dejando más a su mandatario con manos libres para actuar  y ejecutar su plan de gobierno, que lleva a la práctica  con decisión y no mediante error-corrección.
El segundo grupo se encontró con una fuerte injerencia de grupos de poder en la administración pública y  le surgieron dudas sobre si los funcionarios públicos recibían salarios u honorarios acordes a las responsabilidades y funciones que realizan y empezaron a dudar sobre  si las decisiones oficiales los beneficiaban o perjudicaban porque no eran aplicables a la idiosincrasia y situación cultural o económica del sector gobernado. Entonces, se sintieron burlados en su confianza.
 El tercer grupo, considerado inocuo  y que no se  tuvo en cuenta, se llenó de inquietud porque no  observaba  hechos claros y definidos que le hicieran prever si recibiría progreso y buen manejo o caos y desgobierno y se replegó dentro de  actitud perjudiciales.


El experimento me recordó   un estudio en el que se les daban descargas eléctricas a ratas. El primer grupo oía un timbre que anunciaba cada descarga; el segundo, recibía descargas sin aviso y el tercero estuvo en la jaula todo el tiempo y no entendió porqué o para qué estaba allí, pues no fue tenido en cuenta.

 Al primer grupo de ratas le fue más o menos bien. El segundo, que no podía prever cuándo venían las descargas, empezó a sufrir de úlceras estomacales .El tercero, primero fue  iconoclasta  y  luego empezó a pelearse entre sí. Terminó realizando unas veces  simbiosis y otra autofagia…


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