lunes, 21 de marzo de 2016

ARMENIA,CIUDAD BUROCRÁTICA. Samaria Márquez Jaramillo

Armenia, ciudad burocrática


Es facilismo afirmar qué ciudad es la que tiene muchos habitantes mientras que un pueblo  se juzga como tal porque es un núcleo urbano de menor número de coterráneos.
Ese razonamiento diferenciador es errado. Porque, entonces, la ciudad sería un pueblo grande y el pueblo una ciudad mínima. Con esta tabla rasa, el hombre vendría a ser un niño grande y el niño un hombre enano. Y ¡nada de eso es cierto!
La diferencia no reside en las estadísticas demográficas o del número de las calles sino que emana de la calidad de su cultura y de que no haya un género de vida u ocupación con predominio sobre otros.
Armenia es una ciudad burocrática: No se puede adjetivar como
Pesquera o ganadera, industrial o minera, agropecuaria o de servicios. Y no es singular porque dentro de los linderos gubernamentales  no hay puestos oficiales  para la tanta gente que multiplica la cifra del desempleo y porque, lo más preocupante, no ha crecido el número de sus habitantes  por generación espontánea de ellos, no por su propia cuenta, sino por el aporte del desplazamiento de aquellas familias que abandonaron los campos y las poblaciones en conflicto interno, para llegar acá en busca del “sueño quindiano”, es decir vivir en un departamento “joven, rico y poderoso”, señuelo que tanto daño hace puesto que aunque se diga que  las actividades comerciales de Armenia tienen sustento principalmente en el comercio, la agricultura, el turismo, la prestación de bienes y servicios, las comunicaciones y, en menor proporción, la industria y la construcción, es el desempleo el rubro más alto.
Cuando en 1963, con 15 años y mirada de “mundonovisto”, junto con mi familia, me fui de La Tebaida a vivir a Pereira y dos años después  a estudiar y trabajar en Cali, con años en otros países y muchos viajes, hasta enero de 1988 que regresé al Quindío, a Armenia, muchas modificaciones han aguantado mis sueños, todos ellos con una pretensión común: Ser escritora y ser feliz. No sé si en ese orden. Pero, desde mi regreso, tengo la certeza de que Armenia es víctima de su dirigencia, que elige ser protagonista de la historia de su región  a ser forjador de la historia del Quindío, todo ello en un afán de show  semejante (¿igual?) al inmovilismo social de la Familia Castañeda, evento obligado de fiestas pueblerinas. Mientras tanto el desarrollo se fue, despidiéndose más que circo pobre y haciéndonos señales que nos quieren hacer entender que superemos el ser elenco de comparsa y seamos dinámicos pretendientes de la ciudad que impedimos. Hay muchos esfuerzos dispersos. Infinidad de posiciones tras éxitos mediáticos pero de futuro ¿qué?
Es verdad hay tiempo de reír y tiempo de trabajar pero ¿cuál o cómo será el tiempo del futuro?
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1 comentario:

  1. Hubo un momento, ahora histórico, en el que mis antepasados ,con sus esfuerzos lograron un "jalón" de progreso para nuestra región. Luego hubo un relevo social y llegaron los arribistas, en mayor número que los que sabían para dónde iban y, entonces, para mal de esta ciudad y el departamento, los nuevos ídolos, todos ellos mediáticos, ajustaron el desarrollo de Armenia a sus posibilidades, restringidas por su cultura básica y... los resultados están a la vista.¡A mal que vamos!

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