domingo, 27 de marzo de 2016

ENVIADO POR ASOCIACIÓN ESPAÑOLA NIETOS DE EXILIADOS





Antonio Beltrán, el Esquinazau, coronel miliciano, tercero de izquierda a derecha y héroe de la novela Los Nietos del Exilio

                                                                 español en Colombia
Enviado por
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA NIETOS DE EXILIADOS
                          Antonio Beltrán, el Esquinazau en serie de estampillas en su honor

Samaria Márquez Jaramillo, en la novela histórica Los Nietos del Exilio, enfatiza  lo mismo ya dicho, visto y sentido por los ibéricos pero percibido y padecido  por mujeres colombianas , desde su  entorno allende el mar Mediterráneo o Los Pirineos catalanes. Mujeres  en las que aún no se cierran las heridas del exilio republicano iniciado  lejos,  en tiempo y espacio  pero que determina el hoy y aquí de las protagonistas de  en exilio español, vivido a la colombiana y narrado de forma bien concebida por una quindiana, de tierra hermosa y destino turístico,  que desde su entorno agrícola y regional se atrevió a contarnos a los españoles cómo fue el exilio de algunos de nuestros compatriotas  asentados en Colombia, país descrito y escrito en ciento cincuenta  y una páginas de la novela referida.
Las novelas históricas, fundamentalmente  eran un  género  inclinado  frente a los estilos   de tipo  político, militar o religioso, pleno de traiciones, crímenes  y sexualidad atrofiada o súper exaltada, proclive a destacar  figuras individuales, reyes, héroes, monjes y caudillos, especializados en manejo de armas, sean ellas veneno o espadas.
Luego de una saturación viene lo contrario a intentar cambiar el panorama. Es así como hicieron su aparición las meta novelas históricas sociales,  que narran   las vivencias humanas del  individuo o los individuos, vistos en roles familiares. Por lo tanto,  erigen  en sujetos de la historia a  los individuos que conforman  la sociedad y hacen a un lado a la sociedad, vista  como un todo.       
Desde finales del  siglo XX, con afirmación en el siglo XXI, mediante   los intentos de radicar como  sujeto de la historia  no los hechos  sino la intimidad de los protagonistas de los hechos,  fueron superados  el materialismo histórico de origen marxista  y el  emanado desde  distintas escuelas de historiadores. Y es, en ese entonces,   cuando se multiplican los  lectores  de novelas históricas  familiares , íntimamente ligadas   al sentir de los protagonistas,  con precisas fronteras, dibujadas por las miradas personales.  
La Guerra Republicana tiene fechas  inviolables, hechos inmodificables y personajes reconocidos.  La nueva novela histórica social  toma  esas circunstancias, muy conocidas  e inmodificables  (porque si se violaran se perdería el subtítulo de históricas) y hace con ella una novela, con protagonistas, lugares, incidencias y angustias, singulares .
Los Nietos del Exilio se refiere a una familia, los Corona, y a unas traumáticas circunstancias emanadas del exilio y encaradas  por  mujeres de tres generaciones. No intenta  la novela hablar de la Guerra porque esa historia bien o mal contada es ya historia conocida. Se circunscribe  a un deber: Mirar con ojos de mujer y con palabras de mujer y vivencias femeninas  transmitir lo que antes se ha dicho sin que esa trasmisión de hechos sea una copia pues son otros los acontecimientos dentro de unas iguales circunstancias  y diferente el amor, pero amor , al fin y al cabo, aunque no cumplido sino idealizado por quien empieza, ahora, a ser un héroe: Antonio Beltrán, el Esquinazau.

El trato que se le da a la historia, de amor sin amor, y de historia con historia tratada en forma diferente, nos hace dejar constancia de que, a nuestro parecer, las dos escritoras de habla hispana más acertadas dentro de ese estilo son: Carmen Martin  Gaite, en España,  y en América Latina Samaria Márquez  Jaramillo. Ambas, desde sus perspectivas  implantan  la significación humana, la vivencia familiar, en sus novelas históricas, constituidas en recuento ficcional familiar.

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