jueves, 24 de marzo de 2016

Y ahora, ¿qué fecha esperamos?
Samaria Márquez Jaramillo
¡Cumplimos, nunca hablamos de paz sino de pactos...!


“Ay ayayay, canta y no llores, porque cantando se alegran cielito lindo los corazones…”
A continuación y dedicado al señor presidente de Colombia, Juan Manuel Santos cantaré, abusando del  original de Héctor Lavoe, la canción Plazos Traicioneros:
Cada vez que te digo lo que siento 
tu siempre me respondes de este modo 
deja ver, deja ver 
si mañana puede ser lo que tú quieres. 
Pero así van pasando las semanas 

pasando sin lograr lo que yo quiero, 
si tu Dios es mi Dios 
para qué son esos plazos traicioneros. 

Traicioneros porque me condenan 
y  me llenan de desesperación 
yo no sé, si  me dices mañana 
porque otro probará tu sinrazón. 
Si tu Dios es mi Dios 

para qué son esos plazos traicioneros. 

La llamada Paz negociada en la Habana, se convirtió en una utopía: Su figura, de cartón piedra, atraviesa la zona próxima al ámbito del  desencanto. Todo lo hecho al respecto se convierte en apología del desengaño.
Escribo en los anteriores términos, casi amargos, porque tengo la certeza de que los colombianos vivimos en el país de las maravillas... pero sólo mediante sueños de locos. La realidad es desestabilizadora. ¡Qué horror!
"Hay días que somos tan lúgubres, tan lúgubres..."
Por mucho que quiera hablar de desespero, angustia y miedo, me quedo sólo en palabras, todas ellas sustantivos.
Detengo un poco el oficio de digitar este texto y reflexiono: ¿Tendrá validez, será totalmente idóneo el lenguaje en su misión de  retratar el fiasco colombiano?
De Estados Unidos, el altar  de las opiniones  venales, llegan noticias atenuadas por muelles sistemas de suspensión: Quizá, tal vez, puede que sí, y por el cambio de denominación: Ahora se trata de que estamos en Guerra Civil.
Mientras tanto el gasto militar, que espera cambiar de rubro y dedicar esas sumas a la educación, cruza los dedos para que la  salida del monte de las huestes de Timochenko no sea hacia el Capitolio, convertidos algunos de sus integrantes en padres de la Patria.
Presiento que el abarrotamiento en las cárceles será la disculpa: “En los penales no hay cama para tanta gente, descarguemoslos, adicionadas todas las prerrogativas del cargo, en las sillas del Senado y de la Cámara y los que no alcancen puestos legislativos, entonces pensionémoslos con altos rangos militares…”
A la par, en  el ELN, sonríen maquiavélicamente:Recibirán sin pedir y ganarán sin apostar…
Y del señor presidente de Colombia ¿qué decir?: Recordemos una de tantas veces que sacó de su chistera un elemento distractor: " Nos acercamos –como nunca antes– hacia el silencio de los fusiles y avanzamos cada vez más hacia la reconciliación entre colombianos –entre hijos de una misma nación. Y en ese camino debemos siempre recordar a las víctimas del conflicto, a aquellas a las que de tantas formas les han violado sus derechos humanos. Por su dolor, por lo que han sufrido, por los horrores que han conocido, debemos persistir en esta búsqueda de la paz y evitar –sobre todo– que nuevas víctimas sufran las atrocidades de la guerra. Alcanzar una Colombia en paz será la mejor garantía de un respeto básico de los derechos humanos, no hay nada más que y a la vez permitirá encausar mejor nuestros esfuerzos para velar por la máxima realización de todos los derechos”.
¡Bravo! Al final un tema grato. ¡Qué bien! ¡Aplausos! ¡Viva Colombia el país de las maravillas mentidas! Lo demás es “Oh, gloria inmarcesible, oh júbilo inmortal…” La paz santista,

que, todo parece indicarlo,  entregaba el país, con fiscal y fuerzas armadas incluidas y hasta con el Procurador inmiscuido, no pudo ser, esta vez. ¡Viva la aguantadora e ingenua esperanza de los colombianos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario